Lima, la autista
Tomado de Perú21.- Columna El ojo de Mordor, de Pedro Salinas.- Si Lima fuera el Perú, sería un país más grande que Mónaco, Nauru, Tuvalu, el Vaticano y la Serenísima República de San Marino. Quizás sería un poco más pequeño que el Paraguay (acaso la mitad). Algo así como del tamaño de Holanda. Y tendría casi diez millones de habitantes. Colindaría al norte, sur y este con Humaland –la tierra de los cholos brutos, de los selváticos asesinos y de los andinos de los cerebros no irrigados– y al oeste con el Océano Pacífico.
Si Lima fuera el Perú, existiría una monarquía parlamentaria regentada por la Princesa Keiko Fujimori, y el primer ministro sería el norteamericano Pedro Pablo Kuczynski, cuyo gabinete estaría conformado por todo el directorio de la Confiep. El local del Congreso se mudaría al Club Nacional. Su bandera sería de color naranja y el escudo estaría constituido por un magnífico ejemplar de la raza Cavia porcellus (un cuy, o sea), de origen foráneo pero que suele ser criado en las zonas periféricas del territorio nacional, con el perfil derecho expuesto, y cuya pata superior estaría enfundada por un guante de hierro, en actitud de combate. En posición erguida, el Cavia porcellus posaría sus extremidades inferiores sobre un balcón morisco de madera tallada. Una gran rama de olivo formaría un semicírculo en la parte subyacente dándole contorno al símbolo nacional.
Si Lima fuera el Perú, los idiomas oficiales serían el español y el inglés. Su capital sería San Isidro. Y el himno nacional, Atrévete, de autoría del grupo Calle 13. Si bien en términos de recursos naturales, este reducido país no significaría nada, sus habitantes –y particularmente
sus tecnócratas- no dejarían de hablar del modelo económico, del “mercado”, de la importanciade alentar las inversiones, del crecimiento, de los acuerdos comerciales y teelecés, y de lo aberrante que resulta un “Estado empresario”. Y estarían predicando acerca de sus negocios, hablando con ternura del equilibrio fiscal y de sus lecturas de best sellers o de publicaciones sobre el management, lanzando citas del Reader’s Digest, o comentando sobre sus recientes cambios de autos, de casas, y hasta de esposas, impregnados todos de un sentimiento de casta que los convertiría en algo más rudimentario y ordinario y vulgar y arrogante y soberbio de lo que ya son.
Si Lima fuera el Perú, su moneda sería el Alan. El diario más importante sería, sin duda, El Comercio, que tendría por directora a la independiente Marta Meier Miró Quesada. El programa de televisión de mayor sintonía sería MagalyTV. Y la religión que imperaría, obviamente sería la católica. Pero no cualquier religión católica, que conste, sino la católica más tradicional y conservadora, la opusdeísta-sodálite-proecclesiasancta-trad iciónfamiliaypropiedad, pues todos los curas progres y simpatizantes de la Teología de la Liberación habrían sido expulsados de dicha sociedad hacia los extramuros de la nación. A Humaland, es decir. O echados al mar, que esa es otra.
Si Lima fuera el Perú, el destino turístico más cotizado en esa región sería su famoso kilómetro 97: Asia. La playa más renombrada entre los coterráneos de dicho hábitat, es decir. Que cuenta, además, con instalaciones y restaurantes y tiendas y centros comerciales lujosos, comparados con los que se aprecian en Miami, uno de los destinos preferidos de los peruanos-limeños.
Si Lima fuera el Perú, su composición étnica ascendería a un 40% de caucásicos. El 60% restante, a pesar de no serlo, igual creería serlo. La alfabetización llegaría al 100%. Sin embargo, ello no indicaría educación, ni civilización, ni cultura, pues está claro que la cultura se ha entendido siempre como una forma de comprenderse a sí mismo, y si hay algo que no comprenden los moradores de estos predios es a ellos mismos. Solo comprenden su egoísmo, que los hace ir por la vida sumergidos en sus vacuidades, haciéndolos incapaces de considerar que pueden estar equivocados en su percepción de la realidad. Encima son racistas y les importa un bledo el respeto por los derechos humanos; son desconsiderados, tienden al abuso y al pisoteo de los demás. Y la democracia, qué quieren que les diga, la democracia para algunos de ellos es el nombre de un bar.
Si Lima fuera el Perú, digamos. Pero, ya saben, o muchos se acaban de enterar, que también, Lima no es el Perú.