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Monica Bellucci, la musa

Publicado: 2011-06-20

Tomado de XL Semanal.- ´Sexy`, sensual, seductora y, sobre todo, irresistible. Con sólo 13 años Mónica Bellucci posó, por casualidad, ante el objetivo de un fotógrafo de su tierra natal, Umbría (Italia). Y, desde entonces, todos los grandes del mundo se han rendido a su voluptuosidad. Un libro le rinde ahora, un homenaje, cuando la actriz va a cumplir 47 años. Hablamos con ella.

No contenta con ser una de esas actrices-modelos italianas seductoras que todos los años aparecen en los listados de mujeres más deseadas del mundo, resulta que la Bellucci también es una actriz protagonista de películas de calidad y, por si no bastara con una carrera profesional de relumbrón, lleva 11 años casada con el atractivo Vincent Cassel (Cassel interpreta al director artístico que se acuesta con las bailarinas en El cisne negro y consigue que la película entera rebose chispa sexual). El matrimonio disfruta de una fama estratosférica en Francia, donde vienen a ser una suerte de David y Victoria Beckham galos. A los 46 años, Monica acaba de tener su segunda hija, Léonie, en mayo de 2010. Su hija mayor, Deva, tiene seis años.

Me encuentro en el lujoso y elegantísimo hotel Costes parisino, a la espera de que aparezca semejante epítome del éxito femenino en el siglo XXI. Espero encontrarme ante una diva, pero la Bellucci de carne y hueso resulta ser todo lo contrario. «Perdona por el retraso», se disculpa en un inglés con seductor acento italiano, y eso que ha llegado a la hora convenida. Bellucci es físicamente pequeña y luce un precioso traje pantalón de Dolce& Gabbana con un escote espléndido. «Debuté como modelo en un desfile de D&G -explica-. Sus ropas son muy femeninas, elegantes y sensuales. Y siempre están cortadas a la perfección.»

Monica inició su carrera profesional cuando era una adolescente en Italia. Tenía previsto estudiar Derecho, pero se vio tentada por las puertas que la profesión de modelo podía abrirle. Según afirma, «en Italia sigue perviviendo una cultura muy machista. Las mujeres no están consideradas al mismo nivel que los hombres». Al crecer en Italia se dio cuenta de que «la independencia económica es la base de la libertad femenina. Si ganas tu propio dinero, estás en disposición de escoger un hombre no porque necesites a alguien que te proteja y organice tu vida. Eso resulta peligrosísimo. Aprendí esto cuando todavía era muy joven. Por eso nunca en la vida he tenido en las manos una tarjeta de crédito de un hombre. Porque el matrimonio para mí es una cuestión romántica y no un contrato económico».

Cassel y Bellucci llevaban diez años juntos cuando tuvieron su primera hija. ¿Por qué esperó tanto tiempo? «Cuando era más joven, vivía obsesionada por el trabajo. Tenía claro que los hijos son una gran responsabilidad y que esa responsabilidad siempre recae en la madre. No tuve hijos de joven porque no quería sentir remordimientos por no cuidarlos de la forma debida o por no dedicarles todo el tiempo necesario. Pero, a medida que te haces mayor, tú y tus necesidades personales cada vez son menos importantes. Ya has conseguido algunas de las cosas que querías, por lo que el trabajo ya no te obsesiona tanto. Mi carrera profesional hoy no resulta perjudicial para mis dos hijas; en el pasado seguramente hubiera causado problemas.»

Sin embargo, a Monica a veces le cuesta encontrar el equilibrio necesario. Como todas las mujeres, la italiana se ve obligada a acomodarse a las sutiles, cambiantes necesidades del momento. Bellucci concluye: «Una mamá también tiene derecho a ser feliz, a tener su propio trabajo y sus propios intereses; de lo contrario, nunca va a ser una buena madre».

Monica reconoce que «es raro» que la familia entera coincida en un mismo lugar. «Los recuerdos de la familia, de sentirte unida a los tuyos, son tan importantes... Cuando por fin coincidimos, acabamos todos durmiendo en la misma cama, como si fuéramos una familia de gitanos.»

Cuando le pregunto si ahora, a los 46 años, echa de menos el atractivo físico de su juventud, se encoge de hombros y responde con filosofía: «La juventud biológica está destinada a desaparecer. Pero lo hermoso permanece a su modo: es todo cuanto has sido y has hecho en el pasado».

Pero, insisto, cuando una ha sido designada una de las mujeres más bellas del mundo, tiene que ser difícil sobrellevar el declive físico... Sus ojos centellean de repente, y Monica se encoge de hombros repetidamente, con cierta irritación: «Esos listados los han elaborado otras personas, no yo», contesta de forma retadora. «Naturalmente, me doy cuenta de la imagen que proyecto, pero esa imagen es una parte muy pequeña de mi persona. Soy una mujer como todas las demás.» Hace una pausa y termina: «Los listados y las comparaciones de ese tipo no me afectan, no cambian mi realidad. Lo que otros puedan pensar no es una prioridad para mí».

Pero es un hecho que la mayoría de las actrices empiezan a pensar en la cirugía estética a medida que se acercan a la cincuentena. «¿Te parece que soy como ellas?», pregunta, instándome a mirarle bien la cara. Bajo el flequillo cortado con esmero se notan algunas arrugas. Bellucci no es de las que usan bótox. Así lo indican las líneas en torno a la boca y las pequeñas ojeras. Me parece que ella no se ha operado [o no mucho por lo menos].

«No sé cómo serán las cosas dentro de diez años», dice con un suspiro. «Pero me parece horroroso que las chicas jóvenes se hagan la cirugía. No tiene ningún sentido que traten de arreglarse de esa manera. Pueden ser muy guapas, pero está claro que no se dan cuenta de su propia belleza. La imagen que una mujer tiene de su propio cuerpo, la autoestima, tiene que ver con el amor. Es el amor y no el bótox lo que hace que una se sienta bien consigo misma.»

Hablemos de Cassel, ese ´tío bueno con quien está casada... Bellucci se echa a reír y explica: «Es verdad que es un tío bueno. Y me parece importante pensar en tu marido de esta manera. Pero Vincent no es un hombre como los demás. A veces lo quiero como a nadie en el mundo, pero otras veces me entran ganas de matarlo». Bellucci y Cassel van a protagonizar una película juntos el año que viene, «una historia de amor, claro está», en Río de Janeiro. «El rodaje va a durar cinco meses, lo que será maravilloso, pues podremos estar todos juntos.» Monica y Vincent pasan tanto tiempo como pueden en Brasil. Cassel es un fanático de la capoeira, la combinación brasileña de baile y arte marcial, y a ambos les encanta la música del país.

Bellucci explica que la relación de pareja cambia cuando llegan los hijos. «Resulta muy especial ver cómo tu marido se convierte en padre. Ha sido estupendo ver que Vincent puede ser un hombre maduro, perfectamente capaz de arrimar el hombro y asumir sus responsabilidades. Ahora tengo claro que acerté al casarme con él.»

Según afirma, Cassel fue el primero en proponer que tuvieran hijos. «Vincent quería ser padre desde hacía años. Los hombres a veces dicen que quieren ser padres, pero luego no saben manejarse con la paternidad y pierden los papeles. Y si un hombre es un mal padre, al final le pierdes el respeto.»

Monica considera que «una puede apasionarse por un hombre perfectamente detestable, pero eso no tiene nada que ver con una relación profunda, auténtica. En una relación de este tipo, la pasión sigue dándose, pero hay otras cosas más importantes: la confianza, el respeto, saber que tu hombre es leal... Y aquí no estoy hablando del sexo, sino que me refiero a la seguridad de que él va a estar a tu lado cuando lo necesites. Lo que para mí resulta más importante que la simple fidelidad al uso».

Entiendo que estamos adentrándonos en terreno pantanoso. ¿Me está diciendo que la fidelidad, en el plano sexual, no es importante? Monica de nuevo se encoge de hombros y prosigue, con expresión de no dar mucha importancia al asunto: «Sería ridículo exigirle fidelidad a mi hombre si no estoy a su lado durante dos meses. No tendría sentido preguntarle qué ha estado haciendo o a quién ha estado viendo. Es más realista y adulto considerar que lo principal es otra cosa: que estará conmigo cuando nos veamos».

Entiendo que lo que dice es que, dada la infidelidad, ella valora la discreción, pero Bellucci niega con la cabeza y apunta: «No. Estoy hablando de la lealtad y, de lo más importante de todo, de la elegancia». Monica repite esta palabra varias veces y explica su significado. Para Bellucci, la elegancia no tiene que ver solo con el corte preciso de un vestido, sino que es una forma de estar en el mundo, una manera de vivir el presente. La intuición de que, si las cosas funcionan bien cuando ambos están juntos, nada más tiene importancia. Aunque quizá, como decía al principio, una siempre tiene que ceder en algo.

Eleanor Mills

XLSemanal@2005


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.