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juan pablo II

El patrono de los pederastas (II)

Publicado: 2014-05-09

Remataba mi columna del domingo pasado -que suscitó un pequeño huayco de insultos y ataques virulentos- sosteniendo que el caso del pedófilo mexicano Marciel Maciel no había sido el único caso encubierto bajo el papado de “san” Juan Pablo II, pero, definitivamente, era el más representativo. Y el más documentado.

Sin embargo, hay quienes, enceguecidos por su fe y sus ansias de creer, prefieren quedarse con la idea de que, en realidad, el santo polaco “no estaba bien informado”. Que pecó de “ingenuo”. Que fue un poco tontorrón. Y así. A pesar de que, como ha recordado el ex sodálite Martín Scheuch en Exitosa Diario, las denunciascontra Maciel llegaron al Vaticano en diferentes momentos. La primera se efectuó en 1944. Y luego le siguieron otras. En 1948, 1954, 1956, 1962, 1976, 1979 y 1998. Y por lo que he leído sobre el tema, también se conocen otras de 1978 y 1989. Pero claro. Alguien dirá: “La mayoría de ellas llegaron cuando el santo no era papa”. Sí, pero hay por lo menos cuatro legajos que arribaron a la santa sede cuando Karol Wojtyla ya era pontífice. Y por cierto, la más contundente, la que exhibía más pruebas acumuladas, es la de 1998. Y justamente esa, quécreen, fue archivada rápidamente por órdenes explícitas de Juan Pablo II.

Ahora bien, independientemente del caso Maciel, están los informes e investigaciones que elaboró en los ochentas el sacerdote norteamericano Thomas P. Doyle, a los cuales no se les hizo ningún caso. O podemos remitirnos a los sonadísimos escándalos que desenterró el periodista Walter V. Robinson, del Boston Globe, en enero del 2002, sobre los abusos sexuales en la arquidiócesis del cardenal Bernard Law, quien fue luego rescatado por el mismísimo san Juan Pablo. Porque así fue. Bernard Law, acusado de encubrir a unos 250 curas pederastas entre1984 y el 2002, y a punto de recibir la citación judicial para responder ante los tribunales estadounidenses, fue trasladado de súbito a la sede vaticana, donde luego fue nombrado por el santo polaco como arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor, donde reside hasta el día hoy, les cuento. Según SNAP, una organización de víctimas sexuales de clérigos católicos, los encubrimientos de Law afectarían, aproximadamente, a por lo menos 5 mil casos de abusos.

Y es que, lo que hubo bajo el pontificado del santo Wojtyla fue una suerte dereciclaje de pederastas que se derivaba de una mentalidad de gobierno, en la que se instauró una tapadera para que los abusos no salieran a la luz pública. Y ello fue una política sistemática, en la que se fingía además que dicho problema no existía. No obstante, en los hechos los curas pedófilos, cuandoeran descubiertos, eran transferidos de parroquia en parroquia, dejando atrás una estela de niños y niñas agredidas sexualmente. Tal cual.

¿Qué respondía el venerable Karol cuando rebotaba en la prensa uno de estos casos? La caída de una persona es “en sí una experiencia dolorosa, no debe convertirse en tema de sensacionalismo”. O sea, la culpa era de los medios de comunicación. “No podemos consentir que el mal moral se trate como una oportunidad para el sensacionalismo”, decía el santo, siempre evasivo con los casos concretos y siempre promoviendo el secretismo en torno a los delitos sexuales perpetrados por sus religiosos. Porque esa era la reacción del beatífico primado: omertà, negarlo todo, ofrecer genéricas disculpas, y ya saben, atacar al mensajero. A lo sumo, apelaba en abstracto a cierto “misterio de iniquidad”, cuando la crisis venía haciendo ebullición desde inicios de los ochentas.

Pero volviendo al repudiable fundador de los Legionarios de Cristo, a quien el bendito Wojtyla elogió por su “promoción integral de la persona” y “eficaz guía para la juventud”, la complicidad entre ambos era innegable. Guste o no a los católicos. Pues como dijo el periodista Jason Barry en el epílogo del libro El Legionario de Cristo: abuso de poder y escándalos sexuales bajo el papado de Juan Pablo II: “Marcial Maciel Degollado es el símbolo más representativo de una cultura eclesiástica corrompida por la hipocresía sexual. Cómo hizo para eludir el castigo durante décadas es un modelo del relativismo moral en unaiglesia colmada de vergüenza”.

Tomado de La República, columna El ojo de Mordor


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.