Ya no sé si creerle o no. Porque no sé ustedes, pero el papa Panchito ha comenzado a desinflarse. En mi pequeña opinión, obvio. Después de esas deplorables declaraciones luego del ataque a Charlie Hebdo, ahora viene con que está bien que los padres golpeen a sus hijos. No me digan que no lo leyeron. O que no lo escucharon. Pues aquí se los tecleo de nuevo: “Una vez en una reunión, escuché a un padre que confesaba que en ocasiones tiene que pegarles a los hijos, pero nunca en la cara, para no humillarlos. Qué lindo”.

Tal cual. Y la cuestión, como suele ocurrir en estos casos, desconcierta. Por eso, ya no sé si creerle cuando dice que está “haciendo todo lo posible para erradicar de la iglesia el flagelo del abuso sexual de menores”. Lo acaba de decir el jueves último, muy temprano en la mañana, durante la misa de las siete en la capilla de Santa Marta. 

Qué cosas, dirán algunos. ¿Pero este Salinas no se ha enterado de que el Papa ha creado una “comisión antipederastia” y que inclusive el Vaticano está evaluando ser más drástico con los obispos encubridores? 

Pues créanme que estoy al tanto. Empero, lo único concreto hasta ahora es que, quieren institucionalizar un día de oración dedicado a “aquellos que han sufrido daños por abusos sexuales”. Ergo, a ver si nos explica el cardenal Sean O’Malley, jefe de dicha comisión, cómo así, a punta de jaculatorias y plegarias se va a terminar con esta lacra. Digo.

Porque a ver. Cómo será la cosa que hasta tienen en el Vaticano al cardenal Bernard Law, ex arzobispo de Boston, y, para más señas, principal encubridor de curas pederastas en su ex arquidiócesis; y hoy por hoy nadie le ha dicho que se regrese a su país a enfrentar a la justicia y a la opinión pública norteamericana. Nadie.

¿Que cómo llegó ahí? Les cuento. San Juan Pablo II le dio una mano después de que el Boston Globe descorriera el velo de la pedofilia clerical en los Estados Unidos, y señalara a los responsables y a sus protectores. Law, entre los principales. “Vente al toque que acá tienes inmunidad diplomática”, le debe haber dicho Woj-tyla en un inglés con acento polaco, y Law, en plan Flash, hizo maletas en un tris, compró un boleto en business class, y zas, hasta la vista, baby. Porque ocurrió así. En un resumen apretado, claro. 

Ahora, sin necesidad de irnos tan lejos, ¿cómo vamos por casa? Pregunto. Porque no sé si se enteraron, pero el 22 de agosto del 2011, Diario16, dirigido entonces por Juan Carlos Tafur, propaló un extracto de una denuncia que habría sido presentada ante la Arquidiócesis de Lima contra Luis Fernando Figari, fundador del Sodalitium Christianae Vitae, por “abusos sexuales graves” contra uno de sus subordinados, cuando este tenía dieciséis años. 

No solo ello. En marzo del año pasado, la periodista Paola Ugaz publicó en estas páginas un texto conmovedor titulado ‘Poderoso pederasta’, escrito por otra supuesta víctima de Figari (quien también lo habría denunciado). Más todavía. El arriba firmante recibió el encargo de dejar en el Tribunal Eclesiástico otra denuncia contra Figari, distinta a las dos anteriores. Cosa que hice. Y que conste que no dejé el sobre en la mesa de partes, sino que se lo entregué en sus propias manos al presidente de dicha entidad que depende del cardenal Juan Luis Cipriani. Me refiero al padre Víctor Huapaya, de la familia del Opus Dei. 

Y en el marco de una investigación que estamos haciendo con Paola Ugaz, hemos validado que estas denuncias fueron alcanzadas al Tribunal a lo largo del año 2011. Y desde hace unos meses, hemos procurado por todos los medios e instancias sodálites conseguir una entrevista con Figari para escuchar su versión. Inclusive fuimos a buscarlo a su antigua residencia en el distrito de San Isidro, que actualmente es una casa del Sodalicio. “No sé dónde vive”, nos respondieron por el intercomunicador. 

Pero lo que llama más la atención son las declaraciones de Erwin Scheuch, uno de los principales voceros de este movimiento, quien ha afirmado lo siguiente: “Nunca hemos recibido ninguna denuncia (…) en contra del Sodalicio de Vida Cristiana o de cualquiera de sus miembros” (ACI Prensa 18/3/2014).

¿Eso quiere decir que en dos años y pico el Arzobispado de Lima no se contactó nunca con el supuesto victimario ni con las hipotéticas víctimas? ¿Ya lo hizo? ¿Se hizo alguna investigación? ¿De qué estamos hablando en este caso? ¿De lentitud, de incompetencia o, quizás, de encubrimiento? ¿Responderán?


(Tomado de La República, 15 de febrero del 2015)