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La hoja de Nancy Obregón

Publicado: 2009-09-03

Tomado de Perú21.- Columna de Víctor Andrés Ponce.- Un ex asesor de la congresista Nancy Obregón ha sido capturado con 140 kilos de cocaína y, si bien ella ha negado categóricamente cualquier vínculo con el traficante de drogas, las interrogantes se levantan.

Otro colaborador de la congresista Elsa Malpartida fue detenido por trasladar insumos químicos hacia el valle del Monzón. Era el brazo derecho de la parlamentaria y su nexo con el movimiento cocalero. Obregón y Malpartida son las nuevas matronas de la patria elegidas por el voto cocalero, representan la avanzada política del movimiento de la hoja que pretende legitimarse en la sociedad.

El gran problema y la trampa: el cocalero del Perú ya no le vende hoja de coca al cártel colombiano como sucedía en los ochenta. Ahora le vende pasta básica o cocaína a la firma mexicana. El cocalero, hoy, es parte de una cadena delictiva y la mayoría de las plantaciones de coca está emparentada con el crimen: solo el 10% de la hoja se vende para fines lícitos, el 90% restante se lanza a las pozas de maceración.

La estrategia de estas matronas busca convertir al cocalero en víctima de la exclusión social. El campesino es pobre y, entonces, se ve obligado a plantar el arbusto maligno. Debemos tolerarlo hasta no superar la pobreza.

Se suelta el argumento y luego se embiste contra cualquier estrategia de erradicación de cultivos. Pero la cosa no queda ahí. Se empezó a hablar de una cosmovisión particular del hombre andino que era inconcebible sin la impronta de la hoja. Hasta se revisó la historia y, de pronto, la hoja sagrada de los incas, que era cultivada solo en las tierras divinas, se transformó en la hoja que los españoles hicieron chacchar a los indígenas para embrutecerlos en las encomiendas.

Súbitamente, la hoja se volvió milagrosa, curaba enfermedades y tenía desconocidas propiedades nutricionales. La hoja podía ser industrializada y las esperanzas se inflamaron. Chávez y Evo empezaron a hablar de la harina de coca y los panes cocaleros se volvieron la esperanza contra la pobreza latinoamericana. Ojalá los jefes bolivarianos alimentaran a sus hijos con semejantes productos, porque ningún animal de la naturaleza, ninguno, excepto algunos hongos artificiales creados en Estados Unidos, se alimenta de ese vegetal.

Lo cierto es que el cocalero es un eslabón más de la sociedad del crimen. No se puede justificar el delito por la pobreza y la exclusión. De lo contrario, las bandas que disparan en el Callao y los asesinos que secuestran también pasarían por agua tibia. El crimen surge de la patología humana, pero también está vinculado a la marginación. No solo se trata de que Obregón y Malpartida rechacen los actos de sus ex colaboradores. El sistema político no puede aceptar una propuesta política que pretende legitimar las plantaciones del narcotráfico.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.