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Kouriosidades (y VII)

Publicado: 2010-08-30

Tomado de Perú21.- Columna El ojo de Mordor, de Pedro Salinas.- Lo único que quiere es irse de viaje, de farras y comilonas, decía Montesinos, hablando de Kouri, a sus espaldas. Vas a ver que Kouri no va a tener interés por ser alcalde de Lima, tiene otras perspectivas, quiere ser candidato a la Presidencia, decía Vladimiro, alias El Asesor, adivinando los pensamientos de quien era su compinche de conspiraciones en su salita macabra. Incluso cuando barajaba sus cartas para el 2005, antes de apostar por Kouri prefería hacerlo por Boloña, a quien veía como una figura “de peso”, que le “hacía sombra” al alcalde del Callao.

En ese aspecto, como en otros, Montesinos tenía escaneado al milímetro a este político pedigüeño, que solía visitarlo recurrentemente para pordiosear cosas, favores, apoyo, mendrugos. Lo tenía grabado, por lo demás, en un huevo de videos, en los que había revelado su afición por concurrir a Las Suites de Barranco; sus deseos de ser embajador en la República Checa, o Hungría; su jactancioso rol como parlamentario viajero, y cómo “conseguía viajes acá, allá”, porque si había algo que le gustaba era viajar.

Montesinos no confiaba en Kouri, pero igual le hacía sentir que tenía un espacio, y transaba con los servicios que le solicitaba. Y le escuchaba, pacientemente, cuando aparecía con sus maquinaciones subrepticias.

Le quiero plantear una cosa muy puntual, decía Kouri, que podríamos hacer este viernes. Se inicia la semana de los humedales, y se me ha ocurrido que podemos hacer un operativo conjunto entre el gobierno y el municipio. De forma coordinada. Yo voy con mi maquinaria a los humedales, limpio la zona, lo hacemos sincronizadamente con el alcalde de Chorrillos, para que se vea una acción en la que participan la municipalidad de Chorrillos, la del Callao, la Corporación de Desarrollo, y decimos algo así: “Llama la atención de que, quien debería asumir la responsabilidad de esta limpieza, esté abocado a otras cosas”. En alusión a Andrade, claro. Se lo planteo como una idea para que la puedan evaluar porque la idea es “inutilizar” a Andrade. Y tenemos que tomar la iniciativa. Decía.

Y Montesinos asentía benevolente, haciéndole ver que había otro blanco, más importante, que no podían descuidar: Castañeda. Y a ambos había que petardear “manteniendo un nivel de independencia que tenga credibilidad”, algo en lo que Kouri se había vuelto un experto.

Podemos hacer que los pescadores tomen las calles en el Callao (contra Castañeda) “y yo voy como alcalde a hablar con ellos para que depongan esa actitud”, decía Kouri, como gran pendejada, con la mirada opaca, como la de un vampiro sediento, para luego regurgitar sus conceptos sobre la forma de hacer política. “El exceso de democracia es un error de percepción”. “A veces hay que patear el tablero para lograr (cosas)”. “A Toledo hay que dinamitarlo por dentro”. “Hay que levantarlo a Federico Salas y bajarle el moño a Toledo”. “Administrar el poder es entender que en algún momento uno debe salir con las espaldas cubiertas”. “Alternar con alguien del mismo equipo es la continuidad y la posta hacia el futuro”. Y así.

Pero lo de Álex Kouri terminó, ya saben, con la debacle del régimen cleptocrático, cuyo fin, paradojas de la vida, tuvo que ver con otro Kouri, Beto, su hermano, para más inri, quien se vendió, en cadena nacional, por quince lucas, previa calistenia. Todo un Kouri, digamos.

Ahora, para ser sinceros, Kouri no murió entonces. Resucitó. Como resucitan los zombis en el cine. O como lo hizo Alan García en el 2006. Y, la verdad, no sé de qué me extraño. Vivimos en el Perú, o lo que carajo sea esto, y acá ocurre hasta lo impensable. Y Kouri reapareció como un político profesional, ducho en las artes demagógicas. Esta vez apuntando a la alcaldía de Lima, sin un Montesinos que le sople al oído ni que le dé un empujoncito, por favor, en su larga carrera hacia el palacio presidencial. Pero la informalidad y su estilo chicha para hacer las cosas, lo traicionaron en esta ocasión, y quedó fuera de carrera.

Sin embargo, debo confesar, a manera de apostilla final, que no me gustó nadita que Kouri haya sido tachado. Nadita. Habría preferido verlo competir hasta el final. Y así con todo, verlo perder, y, humillado, morder el polvo de la derrota. Con el pie de Lourdes sobre su cuello. O el taco aguja de Susana incrustado en el culo del personaje. Fíjense. Habría sido un final delicioso. Habría dado cualquier cosa porque haya sido así. Pero tranquis. Para otra vez será.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.