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Más allá del escándalo

Publicado: 2011-02-07

Tomado de Diario16.- Columna de Eduardo Dargent.- Diario16 reveló esta semana que el Sodalitium interrumpió el proceso de canonización de German Doig, mano derecha de su fundador Luis Fernando Figari, por “gravísimas Acusaciones” en su contra. Doig habría abusado sexualmente de tres jóvenes que estaban bajo su dirección espiritual. El Sodalitium confirmó luego las “inconductas sexuales”, pero aclaró que no eran casos de pedofilia.

Sería injusto con la mayoría de sodálites utilizar el escándalo para hacer generalizaciones sobre abusos sexuales en la organización. Pero sí creo que es necesario ir más allá del escándalo y discutir de qué manera la naturaleza de la organización pudo contribuir a que Doig cometiera sus actos impunemente. La responsabilidad trasciende a una oveja descarriada.

Conocí a los sodálites en el colegio. Predicaban que vivíamos rodeados de materialismo y banalidad, en una sociedad en decadencia. Ellos buscaban ayudar a estos adolescentes confundidos, invitarnos a descubrir nuestra trascendencia. Su discurso siempre me pareció simplón y exagerado. Torquemada ‘meets’, autoayuda. Pero sí llegaron a varios alumnos e incluso algunos se les unieron.

En las casas de la organización, lejos de sus familias, les esperaba una rigurosa formación que tiene como uno de sus principios la obediencia. La novela ‘Mateo Diez’, de Pedro Salinas, y una serie de artículos que José Enrique Escardó publicara hace ya una década describen humillantes lecciones para reforzar esta obediencia a la jerarquía sodálite. Me dicen que hoy estos métodos se han suavizado, pero si fueran la cuarta parte de lo descrito seguirían siendo degradantes.

La juventud del reclutamiento y esta formación vertical ayudan a entender, en mi opinión, por qué Doig murió impune. Esos adolescentes no tenían las armas para tomar una decisión libre sobre su formación y eran vulnerables a la manipulación. Por ello, apenas adultos, no pudieron entender que su querido maestro fuera en realidad un depredador sexual. Luego, su temor y sujeción los hizo guardar silencio por décadas. ¿Cuántos dentro de la organización prefirieron no ver ni oír lo que sucedía para no perturbar a sus jerarcas?

Un arrepentimiento real no solo demanda una investigación a fondo del actual escándalo, sino también enfrentar estos otros temas. Por ejemplo, eliminar el reclutamiento de adolescentes, o en todo caso informar a sus padres en detalle de en qué consiste la formación del sodálite. Asimismo, establecer mecanismos que balanceen el enorme poder de sus directores espirituales. Sin cambios como estos, toda disculpa será tan falsa como la santidad de Germán Doig.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.