Tomado de Perú21.- Columna de Fritz Du Bois.- Hace casi dos meses, apenas terminó la primera vuelta electoral, comentamos que el tema económico sería fundamental. Incluso utilizamos la frase “es la economía, estúpido” –que fue un lema de la campaña de Clinton– para resaltarlo.

Desde entonces, muchas cosas han pasado. El plan de Humala ha sido cambiado hasta en tres oportunidades para darle tranquilidad al electorado moderado. Mientras diversos partidarios de Toledo se pasaron al campo bolivariano y fueron mencionados por el candidato en el debate como una suerte de garantía de continuidad durante su mandato.

Sin embargo, apenas sale una encuesta revirtiendo la tendencia de las últimas semanas y el mercado se cae en picada, se va al diablo. Es obvio que Humala no ha logrado despejar las dudas que existen sobre su eventual gobierno, ni sus planteamientos en temas económicos han generado confianza o han sido adecuados.

Así tenemos que en varios asuntos cruciales, desde la eventual creación de un sistema estatal de pensión universal que ponga en riesgo a las AFP –donde cinco millones de trabajadores están aportando– hasta el manejo de la seguridad social, pasando por el cuestionamiento a los tratados de libre comercio, el aumento de impuestos y la intervención estatal en el mercado financiero, los temores nunca fueron debidamente disipados.

Incluso, leyendo nuevamente el plan original presentado al Jurado Nacional de Elecciones, así como la relación de los técnicos que lo elaboraron, todos los cuales siguen estando en el entorno del candidato, nos queda claro que la brecha es tal –entre el fuerte radicalismo e intervencionismo inicial y el intento actual de diluirlo o maquillarlo– que no iban a lograr convencer a los mercados ni a muchos ciudadanos.

Más aún, si uno considera que a la izquierda europea le tomo décadas pasar del estalinismo a la socialdemocracia, es imposible pensar que en su caso –en solo ocho semanas– lo hubieran logrado. Así que la incertidumbre y las dudas iniciales no se han aclarado.

Por otro lado, esa fragilidad en la credibilidad de Humala le puede costar caro ya que su recuperación en los sondeos estaba basada en los segmentos medios, quienes serían los más atemorizados por un inadecuado manejo económico, y el desplome de la bolsa, ayer, se los ha recordado. En realidad, en la segunda vuelta es difícil darse el lujo de votar con el hígado. Por ello, creo que mucha gente pensará en su bolsillo antes de decidirlo.