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Los círculos morados

Publicado: 2012-11-16

Columna Divina Comedia, por Pedro Salinas.- Tomada de Hildebrandt en sus trece.- Jorge Edwards, un chileno ochentón de buenas maneras y una reluciente calvicie que apenas es solapada por una pelusa encanecida, se gana la vida como diplomático. Pero en realidad, Edwards es un escritor. Y ahí están sus decenas de libros, desplegando mares de tinta y de papel, que ahora pertenecen a sus lectores. Y claro, también está el Premio Cervantes, que ganó en 1999. Y sus artículos de opinión, que respiran frescura. Y, por cierto, su último libro, Los círculos morados, que, según las reseñas literarias trata de sus memorias, que serán presentadas en tres tomos.

Bueno. Para eso ha retornado a Chile, desde Francia, donde radica como embajador de su país: para presentar el primer volumen en la Feria Internacional del Libro de Santiago.

Este primer libro está dedicado a su infancia, adolescencia y juventud, y a su familia y al San Ignacio, el colegio jesuita en el que se educó. Y por lo que he leído, hace pocos días concedió una entrevista en la Televisión Nacional de Chile, en la que reveló que, cuando tenía apenas once años, fue abusado por un cura. “Un cura que estaba loco, un loco sexual”, de apellido Cádiz, relató.

El cómo ocurrió no lo dijo. En cambio, sí explicó por qué es que lo sonsaca recién ahora, después de setenta años. “La pedofilia de los curas –anotó- es un tema que ha salido en Estados Unidos, en Austria, en todos lados. Ha salido lo de Karadima acá, y me dije: ¿por qué no voy a contar esta historia?”.

Y añadió: “A lo mejor es un exorcismo. Exorcizo las cosas contándolas”. Y es que es así en los casos de las víctimas de los depredadores sexuales. Los recuerdos traumáticos que han tratado de bloquear y enterrar en lo más profundo del subconsciente, siempre reaparecen, de una u otra forma, siempre pugnan por salir. Y vuelven. Vuelven como fantasmas.

Quiero decir con todo esto que, además de elogiar los cojones de Jorge Edwards por tremenda confesión, me llama la atención que en países como en México y Chile, que han padecido monstruos del calibre de Marcial Maciel y Fernando Karadima, respectivamente, se haya producido una suerte de catarsis entre las víctimas; y que hablar sobre estos asuntos en sociedades tradicionalmente cucufatonas y pendientes del qué dirán, ya no sean temas tabú. O cada vez lo son menos, si quieren.

Algo que por aquí no ocurre ni de asomo, les cuento. Y estoy pensando en los escándalos que encendieron los reflectores sobre el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), de origen peruano, y de los que no se volvieron a hablar más. Pues si recuerdan, volteada la página del caso Germán Doig, el sodálite abusador al que querían canonizar y era el número dos de la organización, apareció otro señalamiento escandaloso en Diario16, con una denuncia que apuntaba a Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio. Nada menos.

El testimonio describía una escena escalofriante. Según éste, Figari habría obligado a un muchacho de dieciséis años a sentarse sobre un palo que sostenía fuertemente el líder espiritual, y la víctima refería que en otro momento le habría mostrado revistas pornográficas con tipos desnudos, para inmediatamente preguntarle cuál era “su tipo de hombre”.

El Sodalitium respondió amenazando judicialmente al diario a través de una carta, en la que, líneas más y líneas menos, decía: “Consultado el señor Figari, ha dicho que es falso”. O algo así. Diario16 insistió y trató de comunicarse con el presidente del Tribunal Eclesiástico, pero nada. No pudo confirmar que la denuncia estaba en trámite en dicha instancia, pero tampoco fue negada. Y Figari, ya adivinarán, jamás dio la cara, como correspondía en un caso así. Digo.

Y yo, la verdad, no sé si la iglesia católica en el Perú, tan dada últimamente a pedir indultos y a declararle la guerra al aborto, tiene intención algún día de pronunciarse sobre estos temas, que, como podemos inferir por lo expresado por Edwards, aquí andamos un poco a la retaguardia.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.