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Las líneas torcidas del Sodalicio

Publicado: 2013-06-25

Martín Scheuch es peruano, tiene cincuenta años, reside en Alemania desde hace un buen rato, posee una inteligencia afilada y analítica, y encima es un talentoso compositor. No es ningún loquito, digamos, como pretenden presentarlo algunos. Por cierto, lo conozco de los tiempos en que ambos militamos en las filas del Sodalitium Christianae Vitae (SCV). O Sodalicio. Aunque, si me preguntan, no lo veo desde que me largué de ahí.

Y bueno. Desde septiembre del 2012, Martín viene publicando en su blog, Las líneas torcidas, una serie de reflexiones sobre su experiencia en Alemania, sobre la iglesia católica (Scheuch es un fiel creyente), y claro, sobre su tránsito por el Sodalicio. En Las líneas torcidas, por ejemplo, ha escrito sobre la influencia fascista en este movimiento de raíces peruanas, sobre las lecturas de autores nazis, sobre la manera sesgada de informar de ACI Prensa (una agencia vinculada al SCV), sobre el odio inculcado contra la Teología de laLiberación y algunos teólogos críticos del papado (como Hans Kung, verbigracia), sobre la manera de entender el sexo al interior de dicha institución religiosa, sobre la obediencia irracional, sobre los símiles que existen con el Opus Dei y las extrañas relaciones que habría mantenido con El Yunque (una ultramontana organización mexicana), y así. Todas ellas escritas en un lenguaje aséptico, con la acuciosidad de un entomólogo, y de forma extensa.

Por lo demás, Martín deja claro desde un inicio que su intención no es perjudicar a quienes pertenecen al Sodalicio, ni nada por el estilo. Y añade: “Pues así como este significó para mí el descubrimiento de la fe y de la iglesia católica (…) soy consciente que la gran mayoría de los sodálites tienen buenas intenciones y actúan con recta consciencia”.

Al que sí le cae más de un coscorrón es al fundador de la cosa. A Luis Fernando Figari, es decir. Sin embargo, he leído a algunos de los detractores de Scheuch –a quien no llaman por su nombre, pese a que lo conocen tanto como yo- lanzarle algunos infundios. Desde resentido hasta mentiroso, le gritaron. Todo un clásico. “El autor dice que somos unos malditos abusadores”, ha chillado por ahí un talibán, exagerando todo, tratando de distorsionar el mensaje de Martín, y, de paso, maleteando a Diario16, el periódico que propaló casi en su totalidad el último post de Scheuch, titulado “Yo te perdono, Sodalicio”, en el que hace un recuento descriptivo de los maltratos psicológicos y hasta físicos que le tocaron padecer a Martín, de las prácticas opresivas que se encubren, del culto a la personalidad que se rinde a Luis Fernando Figari, de las técnicas de control mental para someter a sus seguidores, del silencio de su principal aliado (el cardenal Cipriani), del aislamiento de la familia de quienes soncaptados, de la obediencia impuesta a la mala como parte del adoctrinamiento para quebrar las voluntades de sus miembros, de las humillaciones sistemáticas, de los excesos perpetrados en las casas de formación en San Bartolo, y más.

Pero claro. En lugar de reconocer públicamente sus errores (porque casi todo lo que desmenuza Martín, puede suscribirlo el arriba firmante), optan por la falta de vergüenza. Porque a ver. Conociendo al personal, lo más probable es que hagan mutis con el tema. Y hacia dentro de sus filas, lincharán la efigie de Martín. A la antigua usanza, vamos. Y hacia el entorno del Sodalicio (patrocinadores, padres de familia, obispos amigos, políticos y medios de comunicación afines), dirán lo de siempre: “Se trata de infamias de un rencoroso, del escozor de un traidor”. Y se refocilarán en grupitos, para darse valor unos a otros, mientras apalean verbalmente a Scheuch, esgrimiendo navajas furtivas y cobardes. O algo así, ya saben.

Y muchos se creerán el cuento, supongo. Por ignorantes. Por ciegos. O por ilusos. No lo sé. Ni me interesa. Allá ellos con sus miedos y sus coartadas y sus cerrilismos. En lo que a mí me toca, que he seguido atentamente el blog Laslíneas torcidas, solamente tengo palabras de admiración para Martín. Y permítanme que se lo diga aquí, por escrito, y de modo público. Porque ese coraje, en un país aborregado en el que falta entereza, y hasta agallas, esinspirador. Además de ser un fenómeno poco común, porque acá reaccionamos solamente cuando tenemos el agua hasta el cuello.


Tomado de Hildebrandt en sus trece, columna Divina Comedia


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.