- ¿Qué te “ata” a la iglesia católica?
- (Risas) La historia de esta fijación es relativamente reciente: a fines del 2010, me busca un amigo de la época en que fui sodálite, hace un huevo de años...
- César Hildebrandt dice que uno nunca deja de ser sodálite...
- Eso también dicen los sodálites...
- Pero, ¿es cierto?
- No. Te podrán quedar flecos, pero no. Ser sodálite para mí es ser un talibán robotizado, sin espíritu de crítica, sin individualidad, sin pensamiento propio.
- Pero tú has pasado de católico recalcitrante a comecuras, ¿no?
- (Risas) Vuelvo a noviembre del 2010. Me busca esta persona y me suelta el chisme de que Fernando Figari, fundador de la vaina, estaba renunciando al cargo de superior general y que eso tenía que ver con Germán Doig, quien había muerto 10 años atrás de un infarto...
- El segundo al mando, ¿no?
- Doig fue el santo del Sodalicio, “el mejor entre todos nosotros”. Incluso se había iniciado su proceso de beatificación. Pero este amigo, ya al reunirnos, me cuenta que había sido un abusador sexual de menores, que él mismo había sido una víctima, y me narra con pelos y señales una historia que me dejó anonadado y, luego, me conecta con la persona que había hecho la investigación.
- ¿Qué buscaban de ti?
- Lo que ocurre es que en la cúpula del Sodalicio no querían dar a conocer lo que había pasado. Ya habían detenido el proceso de beatización de Germán con el argumento de que no había alcanzado las virtudes heroicas (risas), pero querían que la cosa se quede allí encapsulada. Estas personas estaban superindignadas y querían ver cómo hacer para que esto transcienda a la prensa.
- ¿Y allí empieza tu fijación?
- Allí empiezo, sí, porque cuando escribo Mateo Diez (su novela), me buscaron personas que yo nunca había conocido, a contarme historias de este estilo. Nunca les creí, porque yo nunca vi nada.
- ¿Tú no te saliste del Sodalicio por estos temas…?
- No. Yo me enganché de una flaca en Arequipa (risas) y allí me di cuenta de que esto de la vida consagrada, el celibato, no era para mí. Igual, me trataron como el culo. Apelan a toda la culpa que te han metido y te dicen que por más que te vayas vas a ser un infeliz...
- ¿Y has revertido eso totalmente?
- Cuando escribí Mateo Diez fue para sacarme todo eso de encima. Porque tú sales del Sodalicio cableado como Matrix, con una serie de chips en la cabeza que te hacen comportar de cierta manera o pensar en determinada manera.
- ¿Y te liberaste del todo o todavía te asalta de cuando en cuando?
- Tuve un desliz cuando se muere el Papa y lo cuento en la introducción del libro… (Risas) Pero era el temor a la muerte, porque me sentía pésimo. Yo ya había pasado al agnosticismo y de pronto me entró un temor a condenarme.
- ¿Y estás seguro de que en tu lecho de muerte no vas a buscar el perdón? (Risas)
- Estoy seguro de este agnosticismo en el cual me encuentro. No hay forma de que retroceda. Y esta cosa con la religión viene porque tomo contacto con esta gente y comienzo a enterarme de más casos. Y ahí, ¿qué haces? O te quedas con la información y te haces el loco, no te compras el pleito, o sigues adelante y te compras todos los pleitos.
- ¡Pero tú te compras todos los pleitos!
- Mira, se dio la coincidencia de que, en este contexto en que estaba investigando, el Papa renunció, salió el tema de los Vatileaks, ha venido este nuevo Papa y, en el camino, has tenido temas como el de Fernando Karadima, en Chile.
- Tú dices que prefieres a Francisco que a Benedicto. ¿Y eso a quién le importa si tú estás fuera? (Risas)
- Esa es mi opinión. Soy un agnóstico ilustrado, un católico culturalmente hablando. A mí lo que me gusta de Francisco es que tiene un espíritu tolerante y en una de sus entrevistas subraya que el matrimonio gay, el aborto, el uso de anticonceptivos, han sido parte del discurso obsesivo compulsivo de la iglesia en los últimos 40 años, y que estos no son los únicos temas que importan.
- Pregunta hipotética: si la iglesia aceptara matrimonio gay, anticonceptivos, aborto, ¿volverías a ella?
- No hay forma. Mis credos no son los suyos. La iglesia es una organización teocrática, monárquica, totalitaria, vertical, algo que yo combato.
- ¿Te casaste por iglesia?
- Me casé por la iglesia y mis cuatro hijos han sido bautizados por Sodálites, ¡alucina! (Risas).
- ¿Cuál es tu límite de provocación a la iglesia?
- Yo no siento que estoy provocando (risas). Simplemente expreso mi punto de vista. Pero si hay algo que me indigna es que ocurran estas situaciones y me ha chocado más confrontar y ver a estas personas dañadas. Lo veo más como grandes injusticias que no han sido reparadas.
- A propósito, ¿ya has hecho tu trámite de apostasía?
- Nooo… (risas). Yo no he renunciado a la iglesia.
- O sea técnicamente sigues siendo un hijo de la iglesia.
- Sí, y mis hijos también. No me siento en la obligación de renunciar a nada. Simplemente no creo en la fe católica y, menos, en los representantes que supuestamente tiene Dios en los ciprianis o en los sodálites.
Publicado: 2013-10-18
A continuación una entrevista publicada en La República.
Escrito por
Pedro Salinas
Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.
Publicado en
La voz a ti debida
Un blog de Pedro Salinas.