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El evangelio de la carne

Publicado: 2013-11-11

“Es Amores perros en versión peruana. Tienes que verla”, me dijo mi hermano, quien sabe de estos asuntos. Jorge, mi hermano, vive desde hace años en Buenos Aires pero estuvo de paso por Lima hace poco, para dirigir y filmar unos comerciales, pues a eso se dedica, y una de las primeras cosas que hizo al aterrizar fue ver El evangelio de la carne, la película de Eduardo Mendoza de Echave.

Me expresó algunas críticas técnicas, de esas que solamente él o su amigo Mario Bassino, el director de fotografía del film, pueden percibir, porque tienen la mirada adiestrada. El propio Eduardo Mendoza me recomendó verla en los cines de Larcomar, porque ahí el sonido era de mejor calidad y qué sé yo. Por supuesto, ni tomé nota de las observaciones de Jorge ni pude hacerle caso a la sugerencia sibarita de Mendoza.

La cuestión es que, salir de radio Exitosa, que queda en las más recónditas profundidades de Chorrillos, para embarcarme hacia cualquier destino me toma mínimo unos cuarenta minutos, aproximadamente. Así que, terminando mi programa salí cueteado al Alcázar, a la función de las 7 y 40 de la noche. Llegué con lasjustas, les cuento. Por suerte no había cola, compré mi entrada, subí apuradamente por las escaleras eléctricas hasta el tercer piso para dirigirme a la sala tres, y al ingresar me topo con un recinto atiborrado de gente. Desbordante, por donde se le mire. Qué diablos. Subí entonces unas cuantas gradas aceleradamente y apenas divisé la primera butaca vacía, cerca del pasadizo,tomé posesión de ella. Apagué mi celular, me puse cómodo, y de súbito empezó la vaina, como si todo hubiese estado sincronizado.

Y qué creen. La película era como una gigantesca lupa que nos acercaba, sin pedir permiso, a una Lima que está ahí, y que no solemos ver así nomás. Una Lima horrible, caótica, cruda, violenta, informal, corrupta, chicha, suicida, anárquica y autárquica a la vez, en la que si no eres fuerte, no sobrevives. Y donde la religión es lo más cercano a un salvavidas en medio de un naufragio.

Y es que, oigan. Se trata de una Lima que recorres a través de las tres historias que Mendoza te va mostrando en dosis homeopáticas, pero con mucho ritmo y vértigo, y que se van entretejiendo de a puchitos, mientras que los personajes tratan de expiar sus culpas y redimirse, buscando un milagro, aspirando a la salvación en este Perú tan terrenal y tan miserable, en el que las oportunidades para una vida digna son tan escasas.

“El guión, obra de Eduardo Mendoza y Úrsula Vilca, es un acabado ejemplo de relojería”, comenta Federico de Cárdenas en su crítica en el diario La República, y no puedo estar más de acuerdo. La trama dramática tiene las características de un thriller de suspenso. Y las actuaciones, por dios, las actuaciones son todas impecables. Desde los roles protagónicos, como el de Giovanni Ciccia, hasta los menores. Todos son destacables. Ahora, si me preguntan, lo que logran Lucho Cáceres, Ismael Contreras, Norma Martínez y Sebastián Monteghirfo, es para quitarse el sombrero. Con sus magníficas interpretaciones, El evangelio de la carne gana en credibilidad y solvencia.

En resumen, la película de Mendoza está increíble, qué quieren que les diga. Buen montaje. Gran fotografía de Lima. Historias hechizantes. Música espectacular. Y así.

Pero hay algo más que me gustaría destacar. La visión de Mendoza no juzga. En el film no hay héroes. Tampoco encontramos villanos. Solamente gente que no las ha tenido todas consigo y que anda por ahí de la mejor manera que puede, en el contexto de una ciudad como Lima que se presenta más real que nunca. PorqueLima es el escenario donde se desarrollan estos enredos desventurados, pero también es un personaje más de El evangelio de la carne. Acaso el central. Que se muestra como una urbe que asila a este tipo de protagonistas que carecen de futuro, de opciones, y que, aun así y pese a ello, hacen todo lo posible por hacerse de un espacio en la vida, una vida en la que no tienen mucho que escoger. Pues eso.


Tomado del semanario de César Hildebrandt. Columna Divina Comedia


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.