2014: El año de la marihuana
Tengo delante, al momento de escribir estas líneas, unas fotos bastante añejas, en las que aparezco con un primo muy querido. De los tiempos en que éramos jóvenes y nos creíamos los dueños del mundo. Ambos miramos la cámara con un particular brillo en los ojos, que están, por cierto, bastante achinados y remojados en blue drops. Una sonrisa instintiva atraviesa nuestros labios. Cuando repaso la foto desde la distancia de casi treinta años, trato de recordar quién la tomó. Pienso que fue otro de mis primos, quien registró el preciso momento en queestábamos disfrutando de un porro que habíamos encendido.
Ya se pueden imaginar la escena: carcajadas tontas y arrancadas de la nada, sequedad en la boca, sentidos alterados debido a las caladas aromáticas. O sea. Totalmente estoneados. El caso es que esa debe haber sido una de las últimas veces que me prendí un troncho, aunque quizás no pueda decir lo mismo de mis primos.
Como sea. Será cosa de los años y el metabolismo, pero ya no es algo que me atraiga o me seduzca o me entretenga, y probablemente hasta me haya vuelto demasiado torpe para armar un pitillo. Es un pálpito, por supuesto.
Pero a lo que iba. Independientemente de que el arriba firmante haya colgado los guantes y el papel de fumar, ello no significa que observe con entusiasmo el arriesgado y atrevido experimento charrúa. Ojalá tenga éxito. Descriminalizar la marihuana, ojo, no significa que vaya a convertirse de la noche a la mañana en un producto inofensivo. Recordemos, si no, que el alcohol y el tabaco son legales pero su abuso puede ser letal en el organismo humano. Retomando la idea. La legalización apunta a otra cosa. A eliminar los carteles de la droga.
Lo implementado en Uruguay tendría mayor sentido si otros países participaran con medidas similares. Y claro. Mejor sería todavía si participaran los países consumidores, además de los productores.
Por lo pronto, Estados Unidos, el país que más dinero y armas ha destinado en políticas de interdicción, ha comenzado a mostrar señales de apertura. El 1º de enero de este año, Colorado le abrió sus puertas formalmente a la marihuana, con la entrada en vigor de una norma que legaliza esta sustancia. Desde entonces, varias docenas de locales se han inaugurado para atender a este público, otrora clandestino.
La ley establece que los ciudadanos de Colorado pueden adquirir hasta 28 gramos demarihuana, mientras que los visitantes solo podrán comprar un máximo de 7 gramos, y no podrán cruzar con ella las fronteras del Estado. De acuerdo a información de El País, todas las ventas deberán llevar etiquetas que indican la cantidad proporcionada y la potencia de THC, el principal componente psicoactivo del cannabis.
Lo que está ocurriendo en Colorado está siendo seguido con lupa por otros Estados norteamericanos (se estima que California, donde se receta para condicionesmédicas leves, y Arizona seguirían en la lista), así como otros países, quepodrían seguir estos derroteros. Las autoridades de Colorado estiman que los beneficios por ventas pueden ascender a 578 millones de dólares, de los cuales 67 millones de dólares se recaudarían como impuestos. El cannabis tiene unatasa impositiva del 15%, mientras que otros productos derivados (pipas, papel, y otros) asciende al 10%.
A Colorado se le estaría sumando el Estado de Washington. No obstante, su venta todavía no empezará hasta dentro de un tiempo, pero ocurrirá indefectiblemente durante el 2014. Otro dato a tener en cuenta es que, de los 50 Estados que componen laUnión, 20 tiene legalizada la marihuana médica. Y a esta veintena es muy probable que habría que añadir Nueva York, cuyo gobernador, Andrew Cuomo, se ha mostrado entusiasta en legalizar el cannabis con fines médicos en 20 hospitales, según informa The New York Times.
¿Buen ejemplo? ¿Mal ejemplo? No lo sabremos todavía. Dejemos que el tiempo nos muestre el resultado de estos experimentos. Y confiemos en que estas políticas legalizadoras consideren campañas preventivas y de rehabilitación. Son los riesgos de la libertad. Como dijo Jorge Luis Borges, “posiblemente el libre albedrío sea una equivocación necesaria; conviene creer en él”. Eso sí, si vas a fumar, no manejes. Digo.
Tomado del semanario Hildebrandt en sus trece. Columna Divina Comedia