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xavier bonilla

El aliento de la censura

Publicado: 2014-02-21

“Los dibujos son mucho más contundentes que un mar de palabras”. Se lo leí una vez a Hermenegildo Sábat, uno de los caricaturistas emblemáticos de Clarín, el diario de mayor tiraje de Argentina. Y es así. Cuando un ilustrador político hace bien su trabajo, sus dibujos editorializan sus opiniones. Y en el camino, incomoda a los poderosos. Joroba. Exaspera. Irrita. Pincha. Mosconea. Jode.

Es lo que ha hecho recientemente Xavier Bonilla, también conocido como Bonil: Joder al poder. Las viñetas de Bonil, para más inri, ilustran las páginas de opinión del diario El Universo, de Ecuador (el mismo medio, dicho sea de paso, que perdió un juicio en el 2011 contra el jefe de Estado Rafael Correa, y que le obligaba a pagarle 40 millones de dólares de indemnización porque un articulista lo llamó “dictador” en una columna de opinión). Pues bien. A fines del 2013, Bonil trató de resumir en una tira de cuatro cuadros la irrupción que perpetraron policías y fiscales a la casa de Fernando Villavicencio, asesor de un diputado de oposición, del partido Pachakutik, quien está siendo investigado por un presunto delito de espionaje. La leyenda que acompañaba el dibujo decía: “Fiscalía y Policía allanan el domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción”.

El presidente Correa salió a la tele y pretendió descalificar al caricaturista llamándolo “cobarde”, “mentiroso” y “odiador del gobierno disfrazado de jocoso caricaturista”. La Superintendencia de Información y Comunicación de Ecuador -creada en junio del 2013 para fiscalizar a la prensa cargante e impertinente, y que reaccionó ante el ladrido de Correa- citó inmediatamente al ilustrador ecuatoriano para que explique la caricatura. Tal cual.

Y qué creen. La Superintendencia de Información –o Supercom, como la llaman los periodistas ecuatorianos- concluyó señalando que Bonil faltó a la verdad y contribuyó a la agitación social con sus viñetas. Más todavía. Bolívar Torres, intendente general jurídico del organismo (el verdugo de la historia, o sea), esgrimió lo siguiente: “La caricatura induce a considerar que la actuación de la fiscalía fue realizada con engaño y con violencia y esto afecta y deslegitima la acción de la autoridad”.

Y claro. El funcionario mencionó el artículo 25 de la Ley de Comunicación que señala que los medios deben abstenerse de tomar posición sobre la inocencia o culpabilidad de las personas que están involucradas en una investigación legal o judicial hasta que haya una sentencia firme. No obstante, el abogado de Bonil retrucó. La caricatura es parte de la opinión, y por tanto no está obligada a ser verificada, contrastada y contextualizada, dijo. Pero nada. La resolución que se emitió después fue rotunda. Obligó al caricaturista a rectificar su caricatura en el mismo espacio y sección en que apareció el gráfico y penalizó al diario El Universo a pagar el 2% del promedio de su facturación durante los últimos tres meses.

El propio Bonil, quien se apareció en la audiencia con un lápiz gigante y un borrador del tamaño de su cabeza, defendiéndose a sí mismo, exigió que le hagan llegar el instrumento con el que se midió “el grado de agitación social” que produjo su caricatura.

La Supercom sancionó al diario guayaquileño, “por no abstenerse de tomar posición institucional sobre la inocencia o culpabilidad de una persona que está involucrada en la indagación previa aludida en la caricatura y en el texto de la misma”. Y al dibujante, “por cuanto la afirmación que hace en su contenido no corresponde a la realidad de los hechos y estigmatiza tanto de la Fiscalía General del Estado, como de la Policía Judicial”. La sanción es inapelable.

Conocida la resolución y los argumentos amordazadores, Bonil puso en su cuenta de Twitter una ilustración en la que aparece un cepillo dental, al cual le echa un dentífrico del que no sale pasta de dientes sino un alambre de púas, acompañado de una leyenda que reza: “El aliento de la censura”. El mensaje con el que adjunta el dibujo dice: “¡Sonríe Ecuador…! Te están filmando…”.

Total, Bonil rectificó en el plazo estipulado: 72 horas siguientes al juicio sumarísimo. Y lo hizo con más humor que en la tira sancionada. El nuevo dibujo constó de trece viñetas en las que aparecen unos funcionarios exageradamente corteses y afabilísimos, asaltando amablemente la vivienda de Villavicencio, puntualizando en la leyenda la incautación de “tablets, computadoras, celulares”.

Al parecer, a Correa no le gustó mucho la rectificación. El viernes pasado disparó un tuit con el siguiente mensaje: “Jóvenes, no se dejen engañar. Una infamia lo sigue siendo así sea con dibujitos…”. Y esa frase, les confieso, me arrancó una incontenible carcajada.


Tomado de Hildebrandt en sus trece. Columna Divina Comedia


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.