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foto: nytimes.com

¿Desbarajuste?

Publicado: 2014-02-24

Desbarajuste es desorden, confusión. Chongo. Es, digamos, un término absurdo y extremadamente simplista, o acaso ridículo, para definir lo que ocurre en Venezuela. Tampoco creo que “polarización” explique el fenómeno. Y menos, “dos maneras de entender la política”, como ha sugerido Rocío Silva Santisteban en estas mismas páginas.

Porque a ver. Un país donde se cierran los espacios para la prensa libre y para la empresa privada, donde los periodistas y los ciudadanos venezolanos son permanentemente sometidos a acosos, presiones y amenazas, es una dictadura. O una autocracia, si quieren. Pero no tiene nada que ver con la democracia o una “manera distinta” de entender el mundo. Digo. Porque es así. Basta con ver lo que se vive en el ámbito del periodismo para darnos una idea. La confiscación, la clausura de canales de televisión, la escasez de papel como artificio de censura para que la gente no sepa lo que está pasando, son las espadas de Damocles del chavismo de toda la vida, usadas tanto por el propio Hugo Chávez como por su sucesor, quien tiene menos luces que su mentor, y menos, qué duda cabe, que una lancha de contrabando. Todo hay que decirlo.

No obstante, como se sabe por experiencia, los ciudadanos ante estos regímenes tiránicos se asustan e inhiben por un tiempo, temen las represalias gubernamentales que asoman sobre ellos como guillotinas, pero el miedo se acaba en un momento determinado. Y en ese instante es cuando comienza la resistencia, la protesta, la rebelión. En este caso estamos hablando de un alzamiento contra un inescrupuloso matón, como Nicolás Maduro. Porque eso es Maduro. Un chulo insufrible. Un camorrista impresentable. Un fantasmón chapucero.

Pues oigan. No sé si ustedes se creen aquello de que, porque todavía hay elecciones, entonces debemos inferir que en Venezuela existe una democracia. El caso es que la cosa no es así de sencilla, adivinarán. Porque ahí, en Venezuela, no hay ni separación de poderes ni libertad de prensa. Lo que hay es un proyecto totalitario que pretende transformar a Venezuela –de hecho, ya lo ha logrado en parte- en una sociedad oscurantista y despótica. Más o menos lo mismo que quiso hacer Fujimori en el Perú, no sé si me explico. Por lo demás, ¿alguien me puede decir qué ideas hay tras el chavismo y el gobierno de Maduro? ¿Qué doctrina? ¿Qué pensamiento? ¿Qué revolución?

Por eso, acá no debe haber lugar para titubeos. O medias tintas. Ni para percepciones edulcoradas o neutrales, que maquillan la realidad con eufemismos. Porque en Venezuela lo que está en juego es la libertad de un pueblo, que está pagando muy caro su apuesta por un caudillo lenguaraz, como lo fue Hugo Chávez, cuyas políticas ultraizquierdistas, socialistas y estatistas arrastraron a su país al atraso y a la vergüenza.

¿Cómo es posible justificar el chavismo? ¿Cómo puede alguien avalarlo, o tratar de comprenderlo con benevolencia, luego de conocer el abanico de atropellos, de asesinatos y hechos de corrupción e intentos por emascular a los venezolanos, perpetrados durante todo este tiempo? ¿Cómo ser condescendiente o indulgente con un sátrapa como Maduro? ¡¿Cómo?!

Es que no hay forma. Haciendo cuentas, la vocación inequívocamente opresora y totalitaria fue esbozada desde un principio, y desde entonces no han sido pocos los intentos pacíficos y democráticos por ponerle fin al chavismo, que es el sinónimo de la ignominia que impera en Venezuela desde hace quince años. La retórica cargada de inquina y odio se ha hecho de todas las instancias de poder, y en consecuencia, la oposición a lo Capriles se ha volcado ahora en desborde popular, un desborde signado por el hartazgo de la inseguridad, de la violencia, de la carestía, de la inflación, de la prensa parametrada, de la corrupción desenfrenada, del aplastamiento y avasallamiento de la democracia y del Estado de Derecho.

Y eso no es culpa de todos. No. Lo malo no es que, Leopoldo López sea un “extremista de Harvard”. No. Si en Venezuela ha comenzado una noche oscura y se cierne sobre ella la amenaza de una sangrienta guerra civil, ello es responsabilidad del chavismo, que hoy por hoy se llama Nicolás Maduro. Las cosas por su nombre.

Tomado de La República. Columna El ojo de Mordor.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.