UNO 

Así se describe Nicolás Maduro en su Twitter. Hijo de Chávez. Y la verdad es que le calza muy bien esa autodefinición. Porque Nicolás Maduro, como su mentor y progenitor político, es un especialista en amenazas y represiones, en enfrentar a venezolanos contra venezolanos, en petardear la economía, en fabricar la inflación más alta de Latinoamérica, en parir carestías y desabastecimientos, en generar una criminalidad desbocada, en forjar una brutalidad desmedida. En desmantelar la institucionalidad democrática, acosar a la oposición y amordazar a la prensa independiente. Pese a todo ello, o precisamente por ello, la gente no abandona las calles.

Y eso que se han usado tanques y hasta aviones Sukhoi para atemorizar a los estudiantes, tratándolos casi, casi como si fuesen terroristas musulmanes. O sin casi. Por lo pronto, ya hay más de mil detenidos en apenas un mes, lo cual es todo unrécord. Un récord que supera, por cierto, los apresados durante la ola de saqueos de 1989, aquella que fue conocida como “el Caracazo”, como recordarán algunos.

En fin. Ya van más de veinte muertos, centenares de heridos, y varios encarcelados quecalifican como presos políticos. Como Leopoldo López, por citar un ejemplo. Y basta escucharlo un rato a Nicolás Maduro, para intuir lo que los pobres venezolanos tienen que padecer. Y encima sufrir la zafia influencia cubana, que mueve sus hilos por aquí y por allá. Más todavía. Se atreve a condenar la “intromisión extranjera” en Venezuela.

Lo que está más claro que nunca después de todo lo que hemos visto es que, la Organización de Estados Americanos (OEA) no sirve para nada. Y el silencio de los países vecinos ha sido vergonzoso.

DOS 

La exasperación de Alan García ante el impacto del informe de la denominada Megacomisión, que preside el congresista Sergio Tejada, es colosal. Y, de paso, nos ha retrotraído a los tiempos de la bufalesca impune. La matonería tomó por asalto las instalaciones del Hotel Riviera, donde se estaba realizando un foro cívico, e infestó con infortunados carteles y arengas y chillas histéricas.¿Con qué propósito? Agredir y silenciar a Tejada. ¿De qué manera? De la forma más vil y miserable que se puede imaginar. Torciendo la verdad y enrostrándole una mentira. Para denigrarlo. Para desacreditarlo. Esgrimiendo que no ha querido reconocer a una hija que, en los hechos, no se le permitió firmar. Una acción infeliz por donde se le mire, o sea. Peor todavía, la dirigencia aprista replica con cinismo. “Fue la respuesta a una provocación”, señalan a coro. La chaveta embadurnada de heces, es decir. El APRA en todo su esplendor.

TRES 

Y desde Pisco habló Cosito. Mezclando todo. Cocteleando la impudicia con la desfachatez. Atribuyéndole al Grupo El Comercio una campaña “abusiva, grosera, asquerosa” contra su esposa Nadine Heredia, a quien se trata de “circunscribir al título honorífico de primera dama (…) y no darle el peso a lo que es su trabajo como presidenta del Partido Nacionalista, que es el partido de gobierno, el que ganó las elecciones nacionales”. Según él, en esta conspiración insolente y qué sé yo se pretende instalar la idea de que Nadine no tiene derecho a opinar, ni a expresarse, ni a exteriorizar lo que piensa, ni a manifestar sus ideas políticas. Y eso le parece “injusto”, añade. Pobre Cosito. En el fondo pareciera atribuirle a algunos medios de comunicación su derrumbamiento en las encuestas, en las que ha caído quince puntos, que no es moco de pavo, porque muchos, muchísimos peruanos tenemos la sensación de que el papel que juega Heredia en el gobierno es descomedido. Digo.

Es incapaz, por lo visto, de leer e interpretar lo que le está pasando a su alicaída popularidad. No se da cuenta que parte de la explicación se encuentra en casa. Y tiene nombre de mujer.

Tomado de Hildebrandt en sus trece. Columna Divina Comedia