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Hitler y la Solución Final

Publicado: 2014-04-28

En los últimos tiempos se me ha dado por leer algunas publicaciones sobre el nazismo. Y es que, pese a que se trata del fenómeno que desencadenó la Segunda Guerra Mundial y es uno de los más estudiados, todavía siguen apareciendo nuevas preguntas, nuevas hipótesis. De hecho, según el instituto Smithsonian, en el año 2045 todavía se seguirán desclasificando documentos relativos a esta sombría etapa de la historia.

Acabo de terminar, por ejemplo, Hitler, los alemanes y la Solución Final, del historiador británico Ian Kershaw. En esta investigación, Kershaw indaga sobre el momento en que se gatilla la decisión de acabar con los judíos.

Es innegable que Hitler, a través de sus mesiánicos discursos públicos, preñados de odio y de un racismo incontenible y fanático, dio luz verde a las brutales acciones antisemitas. Eso es un hecho incontrastable.

Evidentemente influido por Mussolini, la cosmovisión hitleriana se centra a inicios de los veintes en la lucha racial y aniquilación del judaísmo, así como del marxismo. La concepción del Lebensraum, o del espacio vital, aparecerá poco tiempo después. Pero la fobia hacia los judíos tenía para el FÜhrer más que un mero valor propagandístico. Los judíos eran presentados como los “cerebros detrás del capital financiero”, los “contaminadores del pueblo”, los seguidores de la “subversiva doctrina del marxismo”. En 1927, dijo: “El judío es y sigue siendo el enemigo del mundo, y su arma, el marxismo, es una plaga que aflige al ser humano”.

Kershaw se plantea entonces varias interrogantes. ¿Cómo y cuándo surgió la decisión de borrar a los judíos de Europa? ¿Cuál fue el papel desempeñado por Adolf Hitler en el cambio hacia una política de genocidio descarado? ¿La Solución Final fue resultado de una única orden o de un conjunto de directivas emitidas desde Berlín como culminación de un “programa” concebido tiempo atrás por la dirección nazi, o se desplegó de forma improvisada y por etapas, instigada por “iniciativas locales” de jefes regionales nazis, improvisada como respuesta a las dificultades logísticas que había generado “el problema judío”?

Como sea. Está claro que quien tiene un rol ejecutivo en el genocidio es Himmler, quien desde que asumió el puesto de comisario del Reich, armado con los poderes que Hitler le otorgó en 1939, se dedicó a limpiar de judíos los territorios conquistados por los nazis. No obstante, según cuenta Kershaw, es entre octubre y noviembre de 1941, “cuando se tejieron a toda velocidad los hilos de la red del exterminio”.

“Las primeras gasificaciones experimentales en Auschwitz (con prisioneros de guerra soviéticos) tuvieron lugar a finales de verano y principios de otoño de 1941, y la construcción del campo de exterminio en Auschwitz-Birkenau se inició a finales de aquel año”, relata Kershaw. Previamente a ello, la mayor matanza en masa se realizó entre mayo y junio de 1940, cuando los nazis asesinaron a 1,558 enfermos mentales, en el este de Prusia. La técnica utilizada fue el envenenamiento por monóxido de carbono en el interior de un furgón de gran tamaño. ¿De dónde salió la iniciativa para empezar la matanza?, inquiere Kershaw.

Y claro. Parece inconcebible que el holocausto judío pudiera haberse decidido sin un equivalente a una autorización explícita de Hitler. Pero esa es una hipótesis que no se descarta en la investigación de Kershaw, quien deja también claramente establecido que, el rol de Hitler en el surgimiento de una política de exterminio sistemático consistió principalmente en expresar la necesidad de una “solución” radical a la Cuestión Judía, así como aprobar y avalar las iniciativas de sociópatas como Heydrich y Himmler. Así las cosas, como relata Kershaw, “en marzo de 1942, la Solución Final, tal y como la conoce la historia, marchaba viento en popa”.

No obstante, anota el profesor de Historia Moderna, “mientras su continuo odio personal hacia los judíos es fácilmente demostrable, no siempre resulta sencillo discernir cómo se tradujo en políticas, primero en persecución y luego de exterminio”. A lo que añade que, uno de los temas de controversia hasta la fecha es si la Solución Final seguía un plan de aniquilación a largo plazo y con trasfondo ideológico, o surgió como el final de un proceso de “radicalización acumulativa” a partir de bárbaras iniciativas locales no planificadas e improvisadas en un intento de hacer frente a los problemas logísticos auto infligidos por la política antijudía nazi.

Solamente para que tengan una idea, la investigación detallada sobre las decisiones y las políticas de genocidio no se inició sino recién comenzada la década de 1970, sobre todo después de que se abrieran los archivos del antiguo bloque del Este. Solo a partir de estas pesquisas ha sido posible evaluar con mayor precisión el papel que Hitler jugó en la aparición de la Solución Final. Y con todo, todavía existen asuntos que siguen siendo opacos o controvertidos.

Pese a ello, la autoría mediata de Hitler es innegable. Que existan algunos problemas de interpretación sobre “el momento de inicio de la Solución Final”, no deja de señalar y acusar al mando nazi como uno de los mayores criminales de la historia, quien, al poco de comenzada la guerra, dio gran importancia al secretismo y al encubrimiento, “transmitiendo usualmente solo de forma verbal y ‘cuando era necesario conocerlas’ las órdenes relacionadas con los temas más sensibles”, como apunta Kershaw.

Tomado de Hildebrandt en sus trece. Columna La Divina Comedia.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.