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La ONU y la iglesia

Publicado: 2014-05-12

Hace cuatro meses fue el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas. Ahora le tocó el turno al Comité sobre Torturas de la misma institución. El tema sigue siendo el mismo para la ONU: la pederastia clerical.

Silvano Tomasi, representante permanente del Vaticano ante la ONU en Ginebra, dijo que la iglesia ha hecho “su propia limpieza” y que ha tomado resoluciones, las mismas que han reducido los casos de abuso sexual por parte de sacerdotes. Lo cierto es que, eso no le consta a nadie. Ni siquiera al papa Panchito, puedo apostar. Porque como la curia eclesial se sigue rigiendo bajo patrones de secretismo, no hay manera de validar lo afirmado por Tomasi.

De hecho, la jurista norteamericana Felice Gaer, relatora de la comisión, pidió que se notifique el número exacto de sacerdotes suspendidos. La respuesta fue: 844 curas destituidos en los últimos diez años por conductas delictivas perpetradas desde 1950 hasta finales de los ochentas. Ojo: no se habla de acciones contemporáneas. Y en ningún caso se indica que se hayan denunciado ante autoridades policiales y/o civiles con el propósito de procesar judicialmente a los depredadores.

Como sea. Lo único que hemos escuchado hasta la fecha son declaraciones líricas (y ahora, algunos numeritos) por parte de la iglesia. Nada más. En consecuencia, ya va siendo el momento de que pasen de la oratoria a la acción. Digo. Pues hasta el día de hoy, insisto, solamente hemos escuchado frases artificiosas y presenciado gestos aspaventosos, pero irrelevantes en los hechos.

Porque a ver si nos enteramos de una puñetera vez: Hay tareas pendientes –y urgentes– que la clerecía debería emprender ya. Por lo pronto, seguir las orientaciones de la ONU, que son las más sensatas que se han escuchado sobre esta materia.

Para comenzar, el Comité de los Derechos del Niño ha expresado sin medias tintas que la Santa Sede no ha establecido mecanismos para vigilar el respeto hacia los niños por parte de personas e instituciones que están bajo la autoridad de la iglesia. Y que en el tratamiento de las denuncias de abuso sexual, Vaticano ha puesto por delante la preservación de la reputación de la institución católica, así como la protección de los pederastas, por encima de los intereses de las víctimas, que se cuentan entre decenas de miles de niños en todo el mundo. Y que, así las cosas, la curia vaticana no ha reconocido la gravedad de los crímenes cometidos, ni ha adoptado las disposiciones necesarias para hacer frente a los casos de pederastia clerical, ni se han acordado protocolos para proteger a los menores. Por el contrario, el Vaticano ha adoptado políticas y prácticas que han conducido a la inmunidad de los depredadores con sotana. Tal cual.

Más todavía. Naciones Unidas recusa que todavía se mantenga la práctica de trasladar de parroquia en parroquia –o a otros países– a los abusadores sexuales, con el propósito de encubrir sus perversiones criminales. Lo que ha permitido, dicho sea de paso, que muchos sacerdotes y laicos consagrados permanezcan aun en contacto con menores de edad y sigan abusando de ellos. Critica asimismo que la curia se niegue a proporcionar datos sobre la magnitud del fenómeno al interior de la iglesia. Y cuestiona que, cuando se abordan los abusos sexuales infantiles se les trate como “graves delitos contra la moral”, y no como delitos que tienen que seguir procedimientos judiciales por la vía civil. Porque, como vemos, la ley del silencio impuesta desde Roma ha impedido que la mayoría de casos de abuso sean denunciados ante las autoridades pertinentes.

No solo ello. La ONU, previendo algunas de las causas que han llevado a este tipo de situaciones, advierte claramente y sin rodeos sobre la situación de muchos jóvenes que son reclutados por instituciones similares a la Legión de Cristo, que separan progresivamente a los jóvenes de sus familias, aislándolos del mundo exterior, apelando a la manipulación psicológica y de conciencias.

En conclusión, si realmente existe la intención de enfrentar el problema, la iglesia debería dejar de encajarse golpes en el pecho, o de exhibir estadísticas que revelan poco o nada, y debería abocarse inmediatamente a implementar medidas eficaces para ponerle coto a este cáncer.

Tomado de La República. Columna El ojo de Mordor.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.