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Jack Bauer, ya fuiste

Publicado: 2014-06-30

El Perú, ya saben, es un país surreal. Y su fauna política está a la altura de esta onda irracional, mientras que los sufridos ciudadanos viven martirizados por una delincuencia sin freno que no para de crecer y de innovar modalidades criminales que transitan por la extorsión, el sicariato, el narcotráfico, la corrupción de autoridades, y así.

En este contexto, aparece de súbito el general Daniel Urresti, quien es el tercer militar en ocupar la cartera que debe velar por la seguridad ciudadana, convirtiéndose en el sexto ministro del Interior (se calcula que la duración aproximada de un titular de esta sensible área no pasa de los siete meses). Y por lo que hemos visto hasta el momento, se trata de un ministro voluntarista, con ganas de actuar, pletórico de energía y de entusiasmo, hiperactivo y lenguaraz.

Por lo pronto, el primer día que entró en funciones lanzó una de esas arengas en plan Braveheart, citando a Enrique IV, agitando eléctricamente el índice, mostrando un rostro pétreo, gritando a voz en cuello que, a partir de ese día, el día de su nombramiento, o sea, iba a ser “el punto de inflexión”. Y que la delincuencia tenía los días contados; que San Jacinto y los “mercados de reducidores”, también; que se iba a recuperar el principio de autoridad; y que la ciudadanía iba a volver tener confianza en su policía. Y lo dijo así, con énfasis de profeta.

Luego, paseándose por algunas cabinas radiales y sets de televisión, añadió que él iba a ser “el ministro del día a día”, porque antes que nada él era un hombre de acción, y no de escritorios, ya saben. Y por eso, qué creen, por eso él mismo encabezará los operativos policiales como si se tratase de nuestro Jack Bauer local. Porque para Urresti, “está clara la cosa”. Ergo, la única política que hay que seguir –se lo dijo a Jaime de Althaus- es la del sentido común.

Y dijo más, claro, porque Urresti no será muy articulado, digamos, pero habla como una urraca parlanchina. Entonces añadió que, a la población no le interesa cómo combatirá el bandolerismo, pues lo único que le interesa son los resultados. Y que si hay alguien particularmente harto de las fechorías es él, y él mismo saldrá como Robocop durante el día a combatir contra las lacras sociales, y durante la noche ya se pondrá a pensar en los lineamientos y planes y metas y objetivos. Porque la lucha contra la delincuencia, señoras y señores, empieza con él y termina con él. Y la policía, ¡ra, ra, ra!

Sin embargo, pese a este despliegue de adrenalina, frases hechas y citas sobre Enrique IV, donde “las cosas están totalmente claras”, lo que no ha sido evidente son cuáles serán las prioridades del nuevo ministro. Porque a ver. Somos conscientes de que la responsabilidad que ha asumido el general Urresti son complejísimas, pero si de verdad quiere contagiar algo de tranquilidad a la ciudadanía, pues entonces debería diferenciar entre las acciones urgentes y las políticas cruciales, que son las de largo aliento.

Ahora, si me preguntan, si hay algo que “está claro” ese algo es que el gobierno y su presidente no tienen ni la más remota idea de qué hacer en materia de seguridad ciudadana. No dudo de la buena voluntad de Urresti, ni de la que tuvo Walter Albán, su antecesor, por cierto. Pero ya habrán escuchado aquello de que el infierno está empedrado de buenas intenciones.

¿Es posible combatir a los maleantes cuando hay tantas instituciones que juegan en pared con la delincuencia y el crimen organizado? ¿Existe realmente voluntad política por parte del Poder Ejecutivo por ponerle coto a esta lacra que nos viene devorando sin prisas y sin pausas?

Pero obvio. Qué les voy a contar. Pues todos intuyen en qué va a acabar esta historia, y cuál será el destino final del afanoso Urresti. Y no es que sea pesimista, o algo por el estilo. No me malentiendan, por favor. El problema, una vez más, no es el ministro, sino el jefe de Estado, quien anda por la vida con una brújula sin imán, desnortado y perdido como el ojo de un maniquí.

Tomado de La República. Columna El ojo de Mordor.


Escrito por

Pedro Salinas

Escribe habitualmente los domingos en La República. En Twitter se hace llamar @chapatucombi. Y no le gustan los chanchos que vuelan.


Publicado en

La voz a ti debida

Un blog de Pedro Salinas.