No sé ustedes, pero en cada nueva elección siempre me queda la sensación del que ha sido bombardeado con tortas en la cara. Miren, si no, lo que se viene el 2016. Keiko (ya tiene 39% desaprobación). Alan (quien tiene la habilidad de convertir las palabras en arena que se lleva el viento, posee 28%). Y como hace notar hoy Augusto Álvarez Rodrich en su columna, “cerca de la mitad de la gente está de ánimo de ver otras alternativas”. Y esas otras alternativas, ya saben, pueden significar cualquier cosa. Un Urresti. Un César Acuña. E inclusive, un ‘Brad Pizza’.

 

¡O hasta un Antauro! Porque, como ha sugeridoAlfredo Torres hace pocos días, como para samaquearnos, Si Antauro Humala está libre en el 2016, encarnaría perfectamente el voto radical, el del nacionalismo populachero que se aprovecharía de las necesidades insatisfechas, y que aspira a trocear el país y a sembrar odios y a recolectar miserias. Para, luego,dividirnos en tutsis y hutus.  

 

Porque así de fea está la cosa, les cuento.Y no porque el electorado sea tarado, o algo por el estilo. Sino porque el clima de deterioro en la política está llegando a niveles insufribles. Y a ese nivel, los alpinchistas pescan a manos llenas.

 

Bueno. Así lo veo yo, por lo menos. Y así me siento. Al borde de la cornisa. Impotente. Impotente frente a aquellos que se alimentan de la marginación y del rechazo a lo que existe: corrupción y mediocridad. Y esos coyotes y hienas de la política están dispuestos a avasallar y arrasar con todo. Porque todo vale hoy en la política de ciénaga que impera en el Perú. Y si no se han dado cuenta todavía, estamos en los tiempos de los cascarones vacíos. De los que no tienen nada que ofrecer, salvo demagogia y antipolítica.

 

Y es que es lógico. En un país podrido como el nuestro, donde las instituciones son de tecnopor y débiles y precarias, con una clase política inexistente o reducida al mínimo, cualquiera puede ser presidente en el Perú. Hasta Antauro, como ha dicho Alfredo Torres, de Ipsos.

 

Y ahí quiero ver también a todos los que adelantaban que el primer mundo estaba a la vuelta de la esquina, y que nunca entendieron que sin un marco institucional mínimo, que garantice seguridad jurídica, seguridad ciudadana y paz social, este país se va al carajo en un tris, y sin pasar por Go.

 

Yo no sé si nos lo merecemos o no, la verdad.Pero la cosa viene así. Espantosa. Surrealista. Desquiciada. Pero está ocurriendo. Es un dato de la realidad. Un dato chocante, pero dato al fin y al cabo.

 

Antauro, Urresti, o Keiko, es lo que se avecina.Me puedo equivocar, claro. Y no sería la primera vez. Pero que conste en actas,que, cada resultado electoral quinquenal es peor que el anterior desde que el sátrapa Fujimori se fugó al Japón. Y este, el del 2016, será, sin duda, el peor de todos.