Donald Trump (Queens, New York, 1946), si quisiera y le saliese del forro, podría bañarse en una enorme piscina inundada por monedas relucientes, en plan Rico Mc Pato, el tío multimillonario del pato Donald, quien, dicho sea de paso, y por si no conocían el dato, es considerado el personaje ficticio más adinerado de todos, según un ranking realizado anualmente por la prestigiosa revista Forbes, la que calculó la riqueza de Mc Pato en 65 mil 400 millones de dólares. 

 

Pero a lo que iba. Trump, quien acaba de cumplir 69 años, es un norteamericano acaudalado, cuyo patrimonio se estima en 5 mil millones de dólares. Su trayectoria está signada por su habilidad para las transacciones. 

 

Donald Trump fue el cuarto de un total de cinco hijos. Estudió su secundaria en una escuela militar y luego estudió en la Universidad de Fordham, obtuvo su especialidad en la Universidad de Pennsylvania y finalmente hizo un MBA en Wharton Business School, graduándose con menciones honoríficas en todas las ocasiones.

 

A los veintiocho años le estaba tomando la posta a su padre, quien fue el que inició el negocio inmobiliario. Uno de sus primeros logros fue adquirir un hotel viejo y vecino a la Grand Central Station, el cual, a través de préstamos y exenciones fiscales, convirtió en uno de los mejores lugares de la ciudad. A partir de ahí invirtió en toda clase de viviendas y edificios en Nueva York. Particularmente, adquirió torres de lujosos apartamentos y rascacielos, como la conocida Trump Tower, donde el magnate reside en un triplex. Y también ingresó al sector hotelero y de casinos, con los cuales empezó en Atlantic City, en la costa de Nueva Jersey, cerca de Filadelfia. 

 

De igual forma, además de detentar un peinado estrafalario y adefesiero, tiene un equipo de rugby en Nueva Jersey y patrocina peleas de box. Ah, y en algún momento compró acciones de la Organización Miss Universo, si acaso no lo sabían. Y así fue creciendo, poco a poco, el imperio Trump, uno de los más grandes y extensos del mundo de bienes raíces. Hoy por hoy, Trump es uno de los 500 más ricos del mundo, según la revista Forbes.

 

Su talento para hacer dinero es innegable. Pero Trump, miembro del Partido Republicano y creyente presbiteriano, también ha destacado en otros rubros. Es escritor, por ejemplo. En junio de 1988 publicó el libro Trump o el arte de vender, que fue entonces uno de los más vendidos en los Estados Unidos. Y en total, debe haber publicado unos veinte, hasta la fecha. Algunos de sus títulos son: El arte de volver, donde narra sus experiencias durante la crisis de los noventas, Por qué queremos que tú seas rico (en coautoría con Robert Kiyosaki), Piensa en grande y patea traseros en los negocios y en la vida. Y así.

 

Fuera de ello, en el 2005 estrenó un programa de televisión: El Aprendiz, que emitió la cadena NBC, un reality show donde participaban cerca de veinte empresarios que competían por 250 mil dólares y un contrato para dirigir una de las innumerables empresas de Trump. 

 

Y ahora, figúrense, se ha lanzado como precandidato para presidente de los Estados Unidos por el Partido Republicano. Y desde entonces, no se ha detenido con un discurso machacón de groseras connotaciones racistas, cargadas de odio, violencia e intolerancia, enfocado contra los mexicanos. 

 

“No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable, que lo paguen los mexicanos, y que dejen de estafar a Estados Unidos”. “México no es nuestro amigo”. “Mucha gente está enojada por mis comentarios sobre México, pero enfrentémoslo: ¡México está estafando totalmente a EE.UU.” “Por su culpa estamos perdiendo puestos de trabajo. Y a cambio, no nos mandan a los mejores. Nos mandan a los que tienen problemas. A los que traen el crimen, las drogas y a los violadores. Algunos, asumo, son buenas personas”. 

Lo inquietante es que, pese a todo ello, ya está ubicado en el segundo lugar de las preferencias entre los republicanos, de acuerdo a una encuesta publicada en The Washington Post, solo por debajo de Jeb Bush.

 

Ese es Donald Trump. Un paradigma de cómo la riqueza material puede ir de la mano de la pobreza humana y espiritual. Que una persona haya recibido educación, tenga una fortuna cuantiosa, y escriba best sellers, no necesariamente lo hace una mejor persona. El caso del imbécil racista de Trump, ya ven, así lo demuestra.