Lo que se viene. La inminente e inimaginable separación o expulsión de Luis Fernando Figari Rodrigo (Lima, 1947), fundador y superior general durante cuarenta años del Sodalitium Christianae Vitae, o Sodalicio de Vida Cristiana, constituye una noticia devastadora para quienes hasta hace poco tiempo lo consideraban una suerte de semidiós. Su caso no deja de llamar la atención por las similitudes que tiene con el mexicano Marcial Maciel, creador de los Legionarios de Cristo, y con el sacerdote chileno Fernando Karadima, quienes recibieron como castigo máximo eclesial “una vida de oración y penitencia”, alejados forzosamente de las asociaciones religiosas que plasmaron e impulsaron.

 

Por Pedro Salinas y Paola Ugaz

 

 

El pasado martes 5 de abril se marcó un hito en la vida institucional del Sodalicio. Su actual superior general, Alessandro Moroni, propaló un mensaje a través de YouTube en el que condenaba a su fundador. Le llamó “culpable” y lo consideró “persona non grata” para la asociación que el propio Figari iniciara en 1971, en la ciudad de Lima. Así las cosas, la larga historia de abusos psicológicos, físicos y sexuales al interior del Sodalicio perpetrados por su principal líder, pareciera estar llegando a su fin.

 

Pero no todo es tan sencillo como parece. La comunicación pública de Moroni, respaldada por el Consejo Superior del Sodalicio, que es la máxima instancia de gobierno de esta sociedad de derecho pontificio, daba a conocer tres cosas. En primer lugar, pedía perdón a las víctimas de los abusos, a los denunciantes y a la familia espiritual por demorarse tanto en salir a dar una explicación. Segundo, notificaba sobre la apremiante segregación y apartamiento de Luis Fernando Figari del Sodalicio debido a las “faltas y delitos” cometidos. Y finalmente, anticipó una reforma integral con el propósito de construir “un nuevo Sodalicio”.

 

El contexto en el que se da el aviso es sumamente particular. Estuvo precedido por una bronca interna en la que Figari pretendió defenestrar a Moroni para reemplazarlo por Eduardo Regal, uno de los sodálites más cercanos al fundador. Asimismo, la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación creada para identificar a abusadores y abusados, ya concluyó el período de entrevistas con las supuestas víctimas y victimarios, y lo que habría descubierto corroboraría lo que ha sido documentado en la investigación periodística Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015). 


A diferencia de la labor desempeñada por la fiscalía, esta Comisión sí logró identificar a las víctimas sexuales de Luis Fernando Figari, quienes aparecen con seudónimos en dicha publicación. La Comisión pudo conversar con ellas.

 

En paralelo, el abogado de Figari, Juan Armando Lengua Balbi, ha seguido insistiendo en que el mencionado libro es una “novela” que “no tiene consistencia” en la que no existen“víctimas acreditadas”.

 

Adicionalmente, se avecina el veredicto vaticano, y Moroni, al conocer el tenor de las conclusiones del informe de la Comisión y advertir por dónde viene la decisión romana, decidió adelantarse con su comunicado.

 

Ahora bien, no obstante lo saludable del sonido de las tres medidas pregonadas, hay quienes ven con cierto escepticismo la concreción de las mismas y han recordado que “el infierno está empedrado de buenas intenciones”. La trayectoria de comunicados ambiguos y plagados de eufemismos, u omisiones desatentas y ofensivas, particularmente durante los últimos quince años, desde que el periodista José Enrique Escardó hizo la primera denuncia en el año 2000, constituye una mala reputación que precede al Sodalicio.   

 

Perdón

 

En opinión de Rocío Figueroa, ex superiora de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (la rama femenina del Sodalitium), víctima de la institución, y una de las personas que contribuyó activamente al esclarecimiento de las verdades ocultas en la organización de Figari, “la declaración pública es muy importante”, empero subraya que “la reparación civil es fundamental”.

 

Por su parte, José Enrique Escardó es más radical. “¿Qué pienso del videocomunicado de Alessandro Moroni? Pues que, así, solito, no sirve de nada. A los sobrevivientes, no. El perdón no se pide leyendo un guión pegado a una chuleta al lado de una cámara e interactuando con un título pegado en postproducción al lado opuesto de la pantalla. El perdón se pide mirando a los ojos, asumiendo la culpa y la vergüenza cara a cara”. 


En esto último coincide Rocío Figueroa: “Me parece importante que se pida perdón a nivel personal a las víctimas y sobrevivientes. Sandro Moroni envió una carta a todas las fraternas pidiéndoles disculpas por lo que me hicieron, por los abusos que sufrí de Doig y la maldad de Figari, por la difamación, por las calumnias y estigmatización. Sin embargo, Sandro nunca me pidió a mí la disculpa. Quiero perdonarlos como institución, pero yo no puedo perdonar a través de un video, sino mirándolos a los ojos, sin dobles discursos o estrategias”.

 

Escardó añade: “La acción que esperamos los sobrevivientes del Sodalicio es una reparación personalizada. No queremos que nos envíen a una casilla postal un sobre con mil soles o un millón de dólares a cada uno y que nos hagan firmar un recibo. Queremos que nos llamen. Queremos que nos miren a los ojos. Queremos que nos pidan perdón frente a la comunidad. Todo el Consejo Superior, no un representante”.

 

Figueroa es taxativa en lo que se refiere al resarcimiento de las víctimas. “La reparación civil es fundamental. Conozco a muchas de las víctimas, unos ni siquiera han podido rehacer sus vidas por los traumas sufridos (depresión, internamientos, estigmatización, imposibilidad para trabajar). La reparación civil debe tratar de restaurar en algo el desastre que cometieron muchos sodálites en nombre de Dios. Tienen los medios para poder hacerlo y, sobre todo, el deber moral de hacerlo”.

 

Separación

 

Así como la condena moral y la reparación civil le parecen capitales a la ex superiora de las fraternas, también lo es “la separación de los otros abusadores y encubridores”. En la misma línea de pensamiento, el exsodálite Escardó también considera que la historia no acaba con el fundador, sino que comienza con él. “Figari no es el único que debe ser separado. Hay una larga lista de nombres de sodálites abusadores y depredadores”, dice.

 

Y en este tópico la lista parece extensa. El sacerdote Jaime Baertl, otro de los sodálites más emblemáticos de la institución, como lo fueron Figari y Germán Doig, ha sido señalado por el ex sodálite Martín Scheuch de abusos de poder con connotaciones sexuales, pues en una sesión de dirección espiritual le habría ordenado desnudarse totalmente y fornicar con una silla. De igual forma, habría encubierto en los ochenta a otro jerarca sodálite, quien habría abusado sexualmente por lo menos de uno de sus subordinados. En este inventario de victimarios y cómplices y abusadores (físicos, psicológicos y sexuales) y encubridores, se encontrarían los sodálites: José Antonio Eguren, actualmente arzobispo de Piura y Tumbes, Alfredo Draxl (ex director del colegio San Pedro), Alfredo Garland, Óscar Tokumura, Erwin Scheuch, Humberto del Castillo, los sacerdotes Jürgen Daum y Daniel Cardó, y Enrique Elías Dupuy (procurador del Sodalicio en Roma), entre otros más.

 

Un sodálite en actividad, que prefiere mantener su nombre en reserva, estima que en ese repertorio de potenciales expulsados deberían estar la mayoría de miembros del Consejo Superior, así como los superiores y formadores de comunidades y los superiores regionales. Incluyendo al propio Alessandro Moroni, quien también tiene varias denuncias acreditadas por violencia física y maltrato psicológico.

 

Reforma integral

 

De acuerdo a varios sodálites y exsodálites consultados, no habrá reforma integral sin una renovación drástica de autoridades, “no contaminadas”. Algo sumamente difícil, por cierto, pues el grueso de sodálites veteranos han recibido de una u otra manera la influencia del fundador, o la han adoptado de manera indirecta, a través de las directrices de la organización que ha sido creada a imagen y semejanza de Luis Fernando Figari.

 

“Si quieren construir un nuevo Sodalitium, deben hacerlo sobre suelo plano y limpio, no sobre los restos pútridos de un cementerio maloliente que esconden debajo del sótano mediático. Solo así podrán escribir una nueva historia. Eso es lo que espero como sobreviviente del Sodalicio luego de este anuncio, que, si no se materializa en acciones, terminará siendo una estación más en el vía crucis de abusos y una cuenta más en el rosario de mentiras con el que siguen burlándose de quienes merecemos más que 4:05 minutos de YouTube”, esgrime Escardó.

 

El ex procurador anticorrupción Ronald Gamarra señala en su columna de Hildebrandt en sus trece: “Si realmente es una promesa sincera, debería tratarse de una limpieza a fondo de sus albañales, de una fumigación general entre sus cuadros directivos. La razón es muy sencilla: Figari no pudo cometer tantos abusos ni maniobrar con tanta efectividad y durante décadas contra las denuncias sin contar con la complicidad, la tolerancia e incluso la coautoría de muchos de sus colegas de primer nivel. Figari no solo es fundador del Sodalicio, también fue su superior durante cuarenta años, cuatro décadas, casi toda la trayectoria de la organización. Imposible que sus directivos ‘no supieran nada’”.

 

¿Viene un Comisario Pontificio?

 

Fuentes de la familia espiritual señalan que lo más probable es que envíen de Roma a un Comisario Pontificio. Su rol sería el de intervenir al Sodalicio. El Comisario Pontificio tendría entre sus atribuciones tomar decisiones, ejercer autoridad, dirimir, reformar, resolver y disponer sobre lo que considere conveniente en el campo administrativo y de orden interno. Incluso tendría la potestad de expulsar a miembros activos del Sodalicio. Se estima que el anuncio de su llegada podría ocurrir a partir del 15 de abril.

 

Las otras dos medidas correctivas que podría implementar la santa sede es la de la exclaustración (supone alejar a un miembro de una institución religiosa por tres años renovables, como consecuencia de una falta grave; pero no se trata de una expulsión) o la disolución (algo que sugieren algunos, pero es muy improbable que ello ocurra).

 

  

El caso Maciel:

 

El sacerdote Marcial Maciel Degollado (1920-2008) fue acusado de pederastia, abusos sexuales, drogadicción, tener varios hijos con al menos dos mujeres y violarlos, fraude, extorsión, corrupción, entre varias cosas más. Fundó la Legión de Cristo en 1941 y el movimiento laical Regnum Christi.

 

En mayo del 2006, después de muchísimos años de denuncias mediáticas y otras formalizadas ante las instancias eclesiales (Juan Pablo II jamás lo quiso investigar), el papa Benedicto XVI le ordenó al padre Maciel que se abstuviera de ejercer su ministerio públicamente para llevar “una vida de oración y penitencia”. La investigación sobre el caso Maciel la cerró el propio Benedicto XVI apelando a la “avanzada edad y quebrantada salud” del fundador de los Legionarios de Cristo.

 

A pesar de ello, Maciel mantuvo su desenfrenado tren de vida aun cuando el pontífice le había ordenado que guardara ‘penitencia’. El exlegionario Pablo Pérez Guardado señaló en El País (10/2/2016) que, “Maciel murió en los brazos de su amante y de su hija Norma, quien vive en Madrid y tiene propiedades millonarias en varias ciudades de España”.

 

Marcial Maciel fue el único “sancionado” de la Legión pese a que era evidente que no actuaba solo. Más allá de los señalamientos que acusaban a Maciel como depredador sexual, su organización operaba en Roma y otros lugares mediante el tráfico de influencias, desvío de dinero destinado a obras de filantropía y de evangelización.

 

Entre el 2009 y 2010 la santa sede designó visitadore sapostólicos para que informen sobre la institución. En un comunicado de mayo del 2010 concluyeron que la Legión debía transitar por “un camino de profunda revisión”. “Los comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales del padreMaciel, confirmados por testimonios incontestables, representan a veces auténticos delitos y revelan una vida carente de escrúpulos y de verdadero sentimiento religioso”.

 

En consecuencia, Vaticano sugirió una profunda revisión de la organización y la necesidad de redefinir su carisma. Para ello, nombró al arzobispo italiano Velasio de Paolis como delegado pontificio para renovar el gobierno de la Legión y aprobar nuevas constituciones. Finalmente se les autorizó a seguir adelante a pesar de todos los escándalos de todo tipo que existen en torno a los Legionarios.

 

Los Legionarios de Cristo son una de las organizaciones religiosas más poderosas del mundo católico por la enorme cantidad de dinero que poseen y por los activos que tienen en todo el planeta. Su capital se estima en más de 43 mil 600 millones de dólares. “Si fueran una empresa, estarían sin duda entre los grupos corporativos más importantes del mundo”, calcula Raúl Olmos, autor del libro El imperio financiero de los Legionarios (Grijalbo, 2015).

 

En el 2016, el actual papa Francisco le concedió una indulgencia plenaria a la asociación religiosa mexicana. Su actual director general es el sacerdote mexicano Eduardo Robles Gil (1952). Robles Gil justificó el hecho de que no se haya sancionado o expulsado a otros legionarios con el siguiente argumento: “Una cosa es encubrir y otra cosa es cubrir”. Cuando designaron a Robles, el papa le dijo: “Yo te apoyo. Sigue adelante”.


TOMADO DE LA REPÚBLICA, 10 de abril del 2016