Sí, sí. Ya sé que me acabo de despedir del tópico en LaRepública, pero como añado en el muro de mi Facebook, el adiós será gradual. Y es que no puedo dejar de decir algo sobre el edicto vaticano, el cual le cae como agua de malva al Sodalitium. Mejor escenario que este, no hay. Para los sodálites, se entiende.

 

Lo que ha hecho Roma es designar a un delegado vaticano para que “aconseje y sostenga” al superior general y a su cúpula. Ha nombrado a un supervisor, o sea. El cual ni siquiera tiene que estar acá, físicamente, en Perú. O viajando a aquellos lugares donde el Sodalitium se encuentra. Ni siquiera eso. Encima será remunerado por la institución a la cual deberá “aconsejar”. ¡Plop!

 

Así que ya saben. Lo que les dije: se vienen cambios cosméticos para que, al final, nada cambie. En plan Gatopardo, ya lo he dicho demasiadas veces. Pero eso es lo que se asoma en el horizonte sodálite. No digo que muchas de las cosas que van a emprender vayan a estar mal, ojo. A lo que voy es que no van a resolver la esencia del problema. Y es que el ADN de Figari impregna el esquema que impera en la organización. Su halitosis puede olerse en la denominada “espiritualidad sodálite”. En fin.  

 

Lo que sí no deja de llamar la atención es que todavía no se defina la situación de Luis Fernando Figari. Eso sí me parece escandaloso y rochoso y perturbador e indignante. Peor todavía. Que su caso se siga  presentando como un hecho aislado, me parece un insulto a la inteligencia y tomarnos por idiotas. ¿Cómo es eso que sus más allegados o algunos encopetados jerarcas no estaban enterados de nada? ¿Eso es lo que nos quieren decir? Vaya. Esto es realmente increíble.

 

O sea, Jaime Baertl, José Ambrozic, José Antonio Eguren, Virgilio Levaggi, Eduardo Regal, Erwin Scheuch y Óscar Tokumura, por citar a los siete que estamos denunciando penalmente por lesiones graves, asociación ilícita y secuestro, nunca vieron ni fueron partícipes de los abusos de poder, ni de los maltratos físicos, ni de los demoledores golpes a la psique de los militantes, ni del trabajo de formateo, ni de la repetición de lemas al estilo Sendero Luminoso o Isis para grabar a sangre y fuego esquemas de pensamiento único, ni de la ráfaga de órdenes absurdas para someter las voluntades y secuestrar el libre albedrío de sus subordinados, entre otras barbaridades perpetradas al interior de la institución. Pobrecitos.También fueron víctimas del engaño del manipulador y megalómano y psicópata Figari. Jamás fueron victimarios ni cómplices ni encubridores de los delitos de Figari. ¿Eso es lo que nos quieren decir? ¡¿En serio?!

 

Si así estamos, ello solo demuestra, una vez más, que las actuales autoridades no tienen la suficiente distancia para emprender los cambios radicales correspondientes. Los que, si me preguntan, deben pasar por la disolución de la organización creada por Figari, la venta de sus bienes para reparar a las víctimas, y, por último, volver a crear algo nuevo con quienes realmente tienen el espíritu del bien consigo y que siempre han estado alejados del lado oscuro de la Fuerza.

 

Pero volviendo al tema de por qué no ha sido expulsado Figari todavía. ¿Tendrá que ver con lo que le escribió José Ambrozic a “Santiago” (nombre de una de las víctimas de Figari en Mitad monjes, mitad soldados)? Me inclino a pensar que sí. Lo curioso es que, el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, se haya hecho “el sueco”, cuando lo que se desprende del informe que publicamos con Paola Ugaz en La República es sumamente grave. Por no decir alarmante e inquietante.

 

Ver: Los abusos del Sodalicio (parte IX):

https://lavozatidebida.lamula.pe/2016/05/12/donde-esta-mi-denuncia-cardenal-cipriani/pedrosalinas/

 

Como sea. El edicto vaticano ha sido, para todos los efectos, decepcionante y patético. Ni siquiera han nombrado a un comisario pontificio. A un interventor, es decir. Que era lo pedía, dicho sea de paso, el propio Alessandro Moroni. Lo cual, por cierto, tampoco garantizaba absolutamente nada si nos remontamos al precedente del cardenal Velasio de Paolis en el caso de los Legionarios deCristo, quien hizo algunos “cambios” (en las constituciones, en los reglamentos comunitarios, en algunos puestos, y así) para generar la sensación de que se estaba produciendo una reforma integral y una mejora del “carisma”. Pero nada.Ya sabemos lo que ocurrió. 


De Paolis se quedó tres años como Comisario, recibiendo un jugoso estipendio por parte de los legionarios, junto a los dos vicecomisarios designados por él mismo. Y sanseacabó. Los principales encubridores y cómplices de Maciel, Álvaro Corcuera y Luis Garza, siguen ahí, bien campantes, felices de la vida, disfrutando de las gollerías de siempre, aunque con un perfil más bajo.

 

Hoy por hoy, para que tengan una idea, Corcuera es uno de los mejores amigos de De Paolis en la actualidad. Cosas de la vida. Y de la iglesia católica.

 

No obstante, hay cosas que destacar en toda esta historia. La gente ya vio la cola de la rata. Y eso lo evidencia muy bien el editorial de ElComercio del día de hoy.

 

“Las evidencias acumuladas en los últimos meses apuntan a que no se trató de una sola ‘manzana podrida’, como algunos señalaron al inicio de los destapes, sino que los delitos cometidos tuvieron una serie de victimarios (incluyendo a los números uno y dos de la jerarquía del SVC) y un lugar enormemente propicio en el ambiente de sumisión y culto a los líderes que fomentaba la organización. Pese a esto, y pese a la aceptación de las conclusiones de la Comisión (de Ética), la voluntad de enmienda que ha demostrado el SVC hasta el momento es limitada (…) Las justificaciones ofrecidas para explicar semejante trato (indolente con Figari) son hasta ahora exiguas (…) Esto dice mal de la sinceridad de la agrupación en su voluntad de enmienda. Si el SVC estuviese verdaderamente decidido a subsanar y reparar –en la medida en que puedan ser reparables los atropellos a los que ha dado lugar-, tendría que haber sido el primero en exponer y denunciar a los victimarios. La oportunidad del SVC para redimirse más allá de sus líderes ha venido siendo dilapidada en una falta de proactividad que a su vez levanta la sospecha del encubrimiento sostenido. Finalmente, las medidas internas adoptadas a raíz de un reconocimiento de las conclusiones de la Comisión han sido insuficientes”.

 

Zuácate. Tal cual. Y que conste que no lo digo yo, sino El Comercio, el diario que leen los jerarcas del Sodalitium. Pues eso.