Hay que volverlo a decir. Y todas las veces que sea necesario. Sin libertad de prensa no hay democracia. Ergo, cualquier medida restrictiva a la labor periodística, bajo cualquier pretexto, es antidemocrática. Y la antojadiza y caprichosa denuncia del ministro de Defensa, Jakke Valakivi, viola la libertad de prensa. Y los regímenes que no respetan o no hacen respetar la libertad de prensa, no son democráticos. Es así.

Pero el ministro insiste en el sinsentido. En el absurdo. Y en el ridículo. Más todavía. El técnico de la Marina de Guerra, Gregorio Mamani Aguilar, quien aparece en el informe de inteligencia que difundiera Panorama como colaborador de inteligencia en el VRAEM, negó haber desempeñado esta función, y menos haber recibido dinero. Incluso se habría sometido a un peritaje grafotécnico para demostrar que él nunca firmó recibos como colaborador de inteligencia. “No he firmado absolutamente nada. No he recibido dinero y no soy colaborador”, dijo Mamani Aguilar. Ello validaría, una vez más, lo que mostró el informe televisivo, el cual señaló que existiría corrupción en el uso de la plata destinada a gastos de inteligencia en el VRAEM.

Para los que vieron el reportaje que propaló Panorama, recordarán que el marino y otros tres supuestos colaboradores negaron ante cámaras haber recibido dinero y haber firmado las declaraciones juradas que constan como anexos del informe de inteligencia que fue mostrado en el programa que dirige y conduce Rosana Cueva.

Pero claro. Ahora nos enteramos que el ministro de Defensa se sentía respaldado en su denuncia contra la prensa independiente. Pues en una sesión reservada del 12 de mayo, un grupo de congresistas avalaron el despropósito. 

Carlos Tubino, del fujimorismo, le dijo a Valakivi: “Estamos totalmente de acuerdo en que estos malos elementos, estos malos periodistas, tienen que sentir que lo que han hecho atenta contra la seguridad nacional y que lógicamente hay que denunciarlos”. Luisa María Cuculiza, también de Fuerza Popular (y después afirman que han cambiado), señaló entonces: “A las personas que delinquieron sacando esa información, la pena máxima, para que no se vuelvan a repetir estos casos, porque verdaderamente es una traición a la patria. Sea drástico en la sanción que se tiene que dar (…) Ministro, ¿no sería conveniente reunirse con los directores de los medios de comunicación para establecer que cualquier denuncia que tenga relación con la seguridad y defensa deben hacerlo directamente con el Ministerio de Defensa o del Interior antes de que salga al aire?”. Finalmente, Alberto Beingolea, de las filas del PPC, exclamó: “¿Qué va a hacer, ministro? Porque no se trata de decir no se puede permitir que nos roben los expedientes, no se puede permitir que la prensa difunda secretos militares”.

Qué roche, ¿no? Intentar castigar la búsqueda de la verdad. Pues así estamos. Creyendo que la sola existencia del sello ‘confidencial’ o ‘secreto militar’ basta para encubrir cualquier tipo de información. Y así hacerla inaccesible e invisible a la prensa. Por suerte no todos nuestros políticos piensan así. Ántero Flores-Aráoz, ex ministro de Defensa, ha precisado lo evidente. Y es que “no todo lo que tiene el sello de secreto lo es. (Y) esto (en referencia a la nota de Panorama) no tiene esa naturaleza”. ¿No es obvio?

Por lo pronto, y hasta la fecha, el señor Jakke Valakivi no nos ha dicho -a quienes estamos siguiendo este caso- cuál ha sido aquella enigmática confidencia que ha sido descubierta y que ha puesto en peligro los intereses nacionales. ¿Podría explayarse el ministro para hacernos entender de qué manera el reportaje de Panorama ha puesto en riesgo la integridad territorial y la subsistencia del sistema democrático? Ah, y también nos gustaría, de paso, una explicación sobre la incongruencia de sus posiciones sobre el particular. Pues paradójicamente declaró a El Comercio que estaba “totalmente de acuerdo con la labor que hace el periodismo de investigación en denunciar estos hechos irregulares”. Ergo, si eso piensa, ¿por qué quiere encerrar en prisión a los mensajeros? ¿Alguien puede aclarar esto, por favor? Es urgente.

Mientras tanto, mantenemos desde esta pequeña columna nuestro respaldo y solidaridad a Rosana Cueva y a todo su equipo. Y ojalá que, algún día no tan lejano, los Valakivi, Tubino, Cuculiza y Beingolea de estas tierras se den cuenta de que ante los temas de evidente interés público, lo más importante es el derecho a la libertad de expresión y el derecho a estar informados. Y que, como dijo el honorable político alemán Hans Dietrich Genscher, la prensa es la artillería de la libertad.

TOMADO DE LA REPÚBLICA, 10/7/2016