El presidente de la Confiep, Martín Pérez, informó que próximamente el gremio que preside creará el Consejo Privado Anticorrupción. ¿Con qué propósito? Fiscalizar al próximo gobierno. No dijo cómo ni de qué manera o a través de qué procedimientos. Simplemente, lo lanzó al aire, desde el Foro Perú, en Chile.

 

Y claro. Uno que tiene todavía algo de memoria, se pregunta lo siguiente: ¿Y cómo vamos por casa en materia de fiscalización? Porque los casos de empresarios metidos en 'anticuchos' son abundantes, digo. Sin ir muy lejos, basta echar una ojeada al libro de Alfonso W. Quiroz, Historia de la corrupción en el Perú, para detectar que son innumerables los escándalos de corrupción en el ámbito empresarial. Porque como bien escribió el fallecido Quiroz, en el Perú, la corrupción no es algo esporádico sino, más bien, “un elemento sistémico, enraizado en estructuras centrales de la sociedad”. Y que tiene un impacto en el crecimiento económico del país.

 

No quiero ser aguafiestas, pero no está demás recordarle a los señores de la Confiep que actualmente continúa prófugo uno los directivos de uno de sus gremios afiliados. Y que, pese a lo que se conoce de las incursiones de Dionisio Romero en la salita de Vladimiro Montesinos, todavía se le considera a este como un referente, o un modelo a seguir. O algo así.

 

En este sentido, no está demás recordar algunos de los pasajes memorables de las conversaciones entre el capitoste del Grupo Crédito y el Doc. Como aquella oportunidad en la que Dionisio Romero le dijo a Montesinos:

 

-El primer punto que para mí es básico para ganar (las elecciones del 2000) (…) es quitar en la Constitución la segunda vuelta –apostilló Romero, como quien suelta una idea genial y ganadora sobre la mesa. Pero, paradójicamente, la respuesta de Montesinos fue:

-No puedes modificar la Constitución (...) No podemos cambiar las reglas de juego.

 

¿Se imaginan la escena? ¿Montesinos defendiendo la Carta Política ante la delirante iniciativa inconstitucional de Dionisio Romero?  

 

De locos, ¿no? Si no me creen, revisen las transcripciones de los vladivideos de esa época. Específicamente, los del año 1999. Y luego, ya saben, lo mismo. Hay ejemplos a pastos sobre contubernios entre el empresariado y el régimen autocrático de Fujimori, así como movidas bajo la mesa para favorecer intereses muy específicos.

 

Concretamente, y ya que estamos en esto, en el vladivideo aludido, en otra parte de estas largas conversaciones entre Montesinos y Romero, que no tienen desperdicio, el 'admirado' empresario le manifiesta su temor al asesor sobre la posibilidad de que Fujimori pierda, lo que para él significaba un escenario desastroso. Pero Montesinos, con voz firme y tranquilizadora, le responde:

 

-Es que no va a haber otro gobierno.

-A mí me tiene nervioso –agrega Romero, tembloroso.

-No estés nervioso porque no va a haber otro gobierno.

-Okay.

 

Y más adelante, Montesinos le confirma a Romero lo que entonces era una presunción justificada:

 

-Para que tú tengas la certeza, (Fujimori) sí va a ir a la reelección.

-Ya la tenía Juan Luis Cipriani. Cuando le sugiero otra cosa, Juan Luis Cipriani me dice: ‘No seas tonto, va a ir’ (Risas).

 

En la cháchara también está presente el almirante Antonio Ibárcena, y el general José Villanueva. Pero la participación de ambos es muy escueta. No obstante, con su presencia le hacen notar a Romero que las fuerzas armadas siguen sosteniendo la autocracia fujimorista.

 

Montesinos está preocupado más bien en que Dionisio Romero los apoye de forma más abierta y pública, ofreciendo entrevistas a medios de comunicación cooptados por el fujimorismo, orientando así a la opinión empresarial sobre el derrotero a seguir. Y Montesinos, siempre echando agua para el molino de Fujimori, le explica a Romero:

 

-Está todo perfectamente armado, lo que queríamos era pues tu posición, declaración y además que también lo comentes con la gente de tu círculo con la que tú tienes contacto permanentemente.

-Hay un silencio.

-Claro, pero hay que transmitirle un poco (de confianza)…

-Pero pronto, ya, porque antes había apoyo incondicional y de todos, y ahora hay bastante silencio (…) Tienes que jalarlos aquí a conversar.

-Sí, por eso te digo.

-(Hay que) informarles de cómo van las encuestas, porque todo el mundo quiere ir con el ganador.

-Vamos a ganar de todas maneras. Eso es un punto sin retorno (…) Ahora, tu punto de vista es importante con esas declaraciones porque marca un hito en el tema de lo que es el empresariado nacional.

 

Y más adelante, ya en un ambiente distendido y de absoluta confianza, Romero pasa a otros temas:

 

-Yo tengo varias ideas y cómo utilizar al Estado para hacer favores a empresas.

 

La conversación fluye como el agua de un manantial. Se trataba del primer contacto entre Vladi y Dioni. E hicieron química al toque, les cuento. Fue como un amor a primera vista. Hasta que el diálogo va llegando a su fin.

 

-Necesitábamos una primera conversación contigo, que creo que (ha sido) bastante positiva–apunta cordialmente Montesinos.

-Yo les agradezco mucho –responde Romero.

-Te agradecemos mucho.

-Un honor (…) Nunca (había) estado con toda la célula (Risas).

 

En junio del mismo año, se produce otro prolongado encuentro entre Romero y Montesinos en la salita del SIN. Dicha reunión comienza revisando unos expedientes que contienen las hojas de vida de un grupo de funcionarios que Dionisio Romero está proponiendo como administradores judiciales de las empresas del Grupo Hayduk. En ese momento, los directivos de esta empresa afrontaban una acusación por tráfico ilícito de drogas. Asimismo, Romero solicita sin ningún ápice de rubor una disminución de arancel del trigo argumentando que sería conveniente para bajar el precio del pan y afrontar con éxito las elecciones.Antes de esta reunión, Dionisio, tal como se lo pidió el asesor presidencial, concedió una extensa entrevista al diario Expreso, la cual fue destacada en la primera plana.

 

-Tú y yo coincidimos –le dice Montesinos a Romero en esta conversación que no cuenta con más testigos que la filmadora que está escondida en el estante delibros.

 

-      Contigo tengo confianza (…) Acá tenemos que asegurar la reelección del Presidente, la continuidad del modelo económico y después ver la perspectiva del 2005…-insiste Montesinos, como para que no le quede duda al empresario que siente afinidad con él. Y es ahí, cuando el astuto y mercantilista Romero huele la oportunidad. Y se lanza:

 

-Hay un temita.

-Sí.

-Que puede que sea de interés para ayudar un poquito a ganar las elecciones.

-Ya.

-Pero que es de mi interés de bolsillo.

-Ya.

-Hay un arancel de 25% al trigo.

-Ya.

-Innecesario.

-Ya.

 

Y luego viene toda una explicación de por qué sería bueno bajarlo de 25% a 12.5%.Y en ese plan. Montesinos, siempre práctico, le propone lo siguiente:

 

-¿Porqué no me lo haces poner en una hojita eso?

-Sí.

-Así nomás.

-Bajar el arancel.

-Claro, pero con esta explicación que me acabas de dar.

-¿Crees que es…?

-Yo pienso que es factible (…) Pónmelo en un papelito.

-Yo te lo pongo.

-Tú y yo tenemos una responsabilidad histórica.

 

¿Ah? ¿Qué tal? El empresario “más respetable” del país haciendo arreglos por lo bajo con el personaje más pútrido y venal y decadente del fujimorismo autocrático.¿Ya lo habían olvidado? Pues que estas líneas sirvan para aceitar un poquito nuestra memoria.

 

Que conste en actas que no tengo nada en contra de la iniciativa del presidente de la Confiep. Es más. Me parece bien que el espíritu fiscalizador aflore desde todos los ámbitos de la sociedad y se enfoque en la lucha contra la corrupción y en las impurezas de nuestra precaria institucionalidad, pero no dejemos de ver la viga en el propio ojo.

 

Que yo recuerde, jamás hubo un pronunciamiento de Confiep repudiando la conducta de Dionisio Romero. Sí recuerdo, en cambio, reconocimientos y homenajes e invitaciones a conferencias para que Dionisio Romero hable sobre su camino hacia el éxito, y así. Y aplausos a rabiar. Y manifestaciones de respeto, reverencia y enaltecimiento.

 

Y los honores, si me apuran, son como las canas. Solamente son respetables según quien las lleve.