Estimados Sres. Diario El Comercio,

 

Me dirijo a ustedes para denunciar y hacer público el grave atropello que el Sodalicio de Vida Cristiana está cometiendo contra mí.

 

Mi nombre es Oscar Osterling, tengo 43 años de edad, y fui miembro del Sodalicio de Vida Cristiana durante más de 20 años, desde febrero de 1992 hasta abril de2012.

 

Soy una víctima más, del centenar de víctimas que tiene el Sodalicio, en casos de abuso de autoridad, y que van desde la violencia física y psicológica, hasta el abuso sexual.

 

Soy también uno de los 5 exsodálites denunciantes que presentamos el 10 de mayo, ante la vigésima sexta fiscalía, la ampliación de la denuncia penal contra Luis Fernando Figari Rodrigo y aquellos que resulten responsables por los delitos de asociación ilícita, lesiones graves y secuestro.

 

El 31 de mayo pasado, la ampliación de la denuncia penal fue admitida a trámite, otorgándole un nuevo plazo de 120 días para realizar las investigaciones.

 

Ante la gran cantidad de denuncias, que se sumaron a las publicadas en el libro Mitad Monjes, Mitad Soldados, de Pedro Salinas y Paola Ugaz, el Sodalicio, a fines de noviembre de 2015, formó una Comisión de 5 personas independientes -del Sodalicio- que contribuiría  "a identificar a las víctimas, ayudarlas y plantear las correcciones necesarias para evitar que estos u otros hechos similares se repitan. (http://comisionetica.org/blog/2015/11/25/nota-sodalicio-inicia-proceso-de-cambio)

 

Yo fui una de las víctimas que habló con dicha Comisión de Ética.

 

Me reuní con los miembros de la Comisión el 14 de enero de 2016. Por falta de tiempo, no pude sino narrar uno de los varios casos que tenía que contar. Al haber una gran cantidad de víctimas que se estaba animando a dar su testimonio, los miembros de la Comisión me pidieron que les mande el resto de mi testimonio por escrito. Así lo hice, en un documento de 31 páginas, que queda a su disposición si lo requieren.

 

El 20 de abril, la Comisión me envía un informe que contiene recomendaciones que el Sodalicio debe aplicar conmigo (entre las que se encuentra la reparación ecónomica).

 

Transcribo las recomendaciones esbozadas por la Comisión de Ética y que están registradas en una ficha que el Sodalicio tiene en su poder y tiene conocimiento de ellas:

 

«En conciencia, para el presente caso la Comisión recomienda lo siguiente:

-Reconocimiento por parte del Superior General de su condición de víctima y pedido de disculpas por escrito.

-Reconocimiento de interceptación de sus comunicaciones.

-Otorgarle una reparación económica proporcional al daño sufrido, comprendiendo la afectación moral y material de la víctima.

-Otorgarle una compensación económica que indemnice los años de servicios prestados al SCV.

-Otorgarle la cobertura económica que le permita acceder a un tratamiento médico psiquiátrico y/o psicológico integral por el tiempo que los profesionales médicos determinen, como consecuencia del maltrato recibido al interior del SCV.

-Realizar las investigaciones necesarias al interior del SCV, en relación a los actos denunciados. Asimismo, que el SCV imponga a los responsables las sanciones correspondientes.»

 

La reacción en las redes por parte de algunas autoridades sodálites, empezando por el superior general del Sodalicio, Alessandro Moroni, fue criticar las conclusiones del Informe Final de la Comisión. No obstante, no dijeron que no iban a cumplir con sus recomendaciones.

 

A los pocos días, le consulté a las autoridades del Sodalicio cuál sería el protocolo para el otorgamiento de las reparaciones recomendadas por la Comisión. No obtuve ninguna respuesta satisfactoria. Es más. Sin explicación alguna, el Sodalicio decidió unilateralmente crear una "nuevaComisión", compuesta por dos extranjeros, quienes debían recoger, una vez más, los testimonios de todas las víctimas, que, dicho sea de paso, ya habían brindado sus testimonios, y para quienes ya había sido sumamente difícil reabrir viejas heridas.

 

Para ser breve, el Sr. Ian Elliott, líder de esta "nueva Comisión", el martes 5 de julio por la mañana, me convocó a una reunión en la que supuestamente me iba a comunicar el monto de mi reparación. Sin embargo, en lugar de ello me comunicó que LAS AUTORIDADES DEL SODALICIO HABÍAN DECIDIDO NO OFRECERME REPARACIÓN ECONÓMICA ALGUNA, HASTA QUE EL PROCESO JUDICIAL CULMINE, sin darme ningún tipo de argumentación. La noticia me afectó mucho, pues lo último que deseo es que el Sodalicio me siga ofendiendo con este tipo de gestos y actitudes reñidas con la  caridad cristiana.

 

A la semana, me enteré que el mismo mensaje fue transmitido por el Sr. José Ambrozic, Vicario General del Sodalicio, al exsodálite José Enrique Escardó, otro de los 5 denunciantes.

 

Este es, en consecuencia, el sentido de estas líneas. Quería, a través de ustedes, dirigirme a la opinión pública para denunciar este grave atropello que el Sodalicio está cometiendo contra dos de sus víctimas.

 

Percibo en esa reacción del Sodalicio un intento de extorsión y chantaje para evitar y obstruir las investigaciones que la fiscalía está realizando. Porque así he sentido este anuncio conminatorio. Como una manera de ponernos contra las cuerdas, callarnos, silenciarnos, asustarnos y presionarnos para que abandonemos la denuncia contra Luis Fernando Figari y otros.

 

Creo que las víctimas tenemos todo el derecho de protestar y reclamar justicia de diversas maneras. Y una de esas maneras es la de la denuncia penal, pues ya hemos visto que por la vía eclesiástica no está ocurriendo, al parecer, absolutamente nada. Y el Sodalicio, luego de nueve meses del lanzamiento de la publicación que reveló los abusos sistemáticos al interior de esta institución, todavía no ha expulsado a Luis Fernando Figari.

 

Por ello, quería señalar este intento de amordazarnos e intimidarnos para que la verdad de nuestra denuncia no salga a la luz.

 

Y quiero recordarle públicamente a las autoridades del Sodalicio su condición de religiosos, la cual, en teoría, debería estar reñida totalmente con estas actitudes de amedrentamiento y de prepotencia.

 

La verdad no se compra. Ni desaparece con amenazas o ultimátums. Aunque en esta carta hablo a título personal, intuyo que este es el sentir de los muchos que nos sentimos que hemos sido dañados por el Sodalicio. Por ello, exijo el respeto a nuestra condición de víctimas, además de un pedido público de disculpas, pues en la práctica con este tipo de comportamientos no hacen sino revictimizarnos y agredirnos nuevamente.

 

Si no quieren reparar a las víctimas, que lo digan. Pero que no nos sometan a nuevas torturas psicológicas, pues de eso ya tuvimos suficiente en nuestras vidas en nuestro tránsito por el Sodalicio.

 

Atentamente,

 

Oscar Osterling