Debemos haber sido, junto a mi hija Lucía, de los primeros en haberla visto, a mediados de julio. Y qué quieren que les diga, no solo colmó todas mis expectativas, sino que me dejaron con ganas de una segunda entrega. Me refiero a la nueva serie de Netflix: Stranger Things.

 

Con guión y dirección de los mellizos Matt y Ross Duffer, de 31 años, la reciente entrega de Netflix tiene un mérito apreciable: entra al corazón de quienes tenemos nostalgia de los ochenta como una estaca. Más o menos así. Y no exagero. Tanto, que acabo de leer que esta historia que oscila como un diapasón entre el terror y la ciencia ficción, se ha convertido en un fenómeno masivo. En un hit , por donde se le mire. Por los cuatro costados, es decir.

 

Y los creadores de este relato, les cuento, tuvieron el tino además de entregarle a Winona Ryder (45) un rol central en el que se desenvuelve con extraordinario talento y al que se entrega de cuerpo y alma. Y probablemente, su mejor papel. “Es mi primera serie (…) Definitivamente me volví a enamorar de la actuación”, le dice la menuda actriz a la periodista Jannina Eyzaguirre, quien la entrevistó en Los Angeles para La República.

 

Winona Ryder es Joyce, la trastornada madre de dos chicos, uno adolescente y el otro todavía púber, Will, quienes viven en un pequeño pueblo de Indiana, llamado Hawkins. El año: 1983. La cosa, para no 'espoilear' más de lo necesario, arranca con la misteriosa desaparición de Will, quien tiene doce años, y al que un evento indescriptible y paranormal lo borra de súbito de la pantalla cuando está pedaleando camino hacia su casa, luego de haber estado con sus íntimos amigos jugando Calabozos y Dragones.

 

Los innumerables guiños a los ochenta, ya se los dije, es algo que funciona con eficiencia en quienes fuimos parte de esa época. Como ya lo han dicho varios, cuando uno ve Stranger Things es imposible no evocar inconscientemente -y conscientemente, también- películas como E.T., Los Goonies, y algunas relativamente más recientes como Super 8. En todo caso, en lo que coincidimos todos los que ya la vimos, se trata de una suerte de buen cóctel entre Steven Spilberg y Stephen King, y que funciona a la perfección.

 

“Son las películas con las que crecimos en los ochenta y las que tuvieron un gran impacto para nosotros. Con Stranger Things queríamos contar una historia con personajes con los que uno se puede relacionar. Son personas que se ponen en contacto con algo extraordinario, en lugar de ser personajes extraordinarios”, explica Matt Duffer en una conversación con Nora Sugobono de El Comercio.

 

“Probablemente, el que ve Stranger Things ha jugado Calabozos y Dragones, colecciona cómics, leyó El Señor de los Anillos y ama la ciencia ficción”, comenta Bruno Rivas, magister en Estudios Culturales, en la revista Somos.

 

El ambiente ochentero, nuevamente, es muy bien recreado. Se nota la ausencia de celulares y de internet, y algo más importante: la música está muy bien representada en Toto, The Clash, Peter Gabriel, Dolly Parton, Foreigner, y así.

 

De hecho, ya estoy esperando la banda sonora para bajármela, pues el efecto que produce en el espectador es más o menos el que suscita Guardianes de la Galaxia, de Marvel. Y no digo más. Aunque me provoca hablar de la entrañable y enigmática “Eleven”… Pero no lo voy a hacer. Véanla.