No sé ustedes, pero para mí está claro que Nicolás Maduro es un impresentable. Casi, casi como lo fue Hugo Chávez. Si me preguntan, Maduro es una suerte de Fujimori socialista, para el cual la democracia y el nacionalismo de izquierdas son incompatibles. Como su antecesor, lo único que ha hecho hasta la fecha es destruir Venezuela. Y culpar al capitalismo de todos los males que han acechado a Venezuela desde los tiempos de Adán y Eva.

Porque eso ha sido y sigue siendo Nicolás Maduro: el verdugo de Venezuela. Además de un azuzador de odios y cercenador de las libertades ciudadanas. Aparentemente gobierna en democracia, según algunos, porque hay un Congreso. Pero lo mismo hacía Fujimori. Y los memoriosos recordarán que ese régimen tuvo como eje la autocracia con ribetes delictuosos. Tal cual.

Porque aquí no hay tutía. Lo que se viene dando en Venezuela desde hace más de veinte años es una especie de golpismo permanente, en el que la “corruptocracia” impera y no hace sino crecer y crecer y crecer. Es así. Y aquí sí, con perdón, hay una división de buenos y malos. En la cual los chavistas que han capturado el poder no solo es que sean malos, que lo son, sino que encima son incompetentes.

En fin. Nefasto fue Chávez. Y Maduro, su delfín, un escuálido en lo intelectual y en simpatía, resultó siendo un mal remedo igual de funesto y catastrófico y siniestro, que se ha cargado Venezuela. Pues basta echar un vistazo a la situación de este hermano país para darse cuenta al instante de que Maduro por donde ha transitado ha dejado sus huellas con un olor asfixiante y hediondo y repelente. Siempre regando la propaganda de la mentira, echándole la culpa a la oposición democrática, en plan Hugo Chávez. Igualito.

Y aquí algunos nos quieren vender la idea de que, en realidad Maduro no es un dictador, sino un pelín autoritario. Y punto. Lo más alucinante es que no se ruborizan cuando lo dicen. Figúrense. Ahora, si ya nos ponemos eufemísticos, pues concordemos en que Maduro es la no democracia, la no libertad y la marginación de siempre. Y la cleptocracia, que también.

Esta reflexión viene a cuento porque el jueves pasado, en el pleno del Congreso, la mayoría de legisladores aprobó una moción “en resguardo de las libertades y derechos del pueblo venezolano”. Digo la mayoría, porque, obvio, hubo una minoría que preparó una moción particular. Y esa minoría, ya adivinarán, fue la bancada del Frente Amplio, para la cual una cosa es una autocracia de derechas y otra una de izquierdas. Para la cual, ya lo dije, una cosa es Fujimori y otra Maduro, cuando los dos son prácticamente lo mismo.

Pero claro. Igual refutan. “Entrar en el debate simplón de democracia y dictadura no ayuda”, dijo Indira Huilca. Para ella y sus compañeros de partido lo que sucede en Venezuela no es condenable, sino se trata de una “compleja situación política, económica y humanitaria”. Para ella y sus compañeros no existiría dictadura en la Venezuela de Maduro, no existiría persecución política sino sanción ejemplar a los golpistas, no existiría violaciones a los derechos humanos sino algunos excesos lamentables, no existiría coacción a la prensa sino pura susceptibilidad de los periodistas, no existiría represión sino abusos excepcionales (que en ningún caso serían propiciados por el régimen).

El ex candidato presidencial venezolano Henrique Capriles, de paso por Lima y presente el pasado jueves en el pleno que aludimos, comentó sobre la posición del Frente Amplio en una entrevista con El Comercio:

–La izquierda no ha querido sumarse a la moción promovida por el Congreso peruano… –le dijo su entrevistador.

–…por tonterías –respondió elegantemente Capriles.

Y uno, la verdad, no sabe si sentir vergüenza ajena o pena o risa o qué, ante declaraciones como las del Frente Amplio, que denotan ideas que producen desconfianza. Cuando la solución salta a la vista, por dios. Maduro se tiene que largar. Y más pronto que tarde. Y ya las pagará todas en su debido momento, estoy seguro. A diferencia de Chávez, quien se fue en olor de santidad. Y Maduro se tiene que ir por déspota, por tirano, por totalitario y por enemigo de las libertades.

Porque a ver si se dan cuenta los chicos y chicas del Frente Amplio. Para gobernar Venezuela, tiene que haber Venezuela. Y si algo han hecho muy bien Chávez y Maduro es asolar Venezuela. Han destruido la democracia. Han arruinado la economía. Han manchado de sangre sus calles. Por eso se tiene que ir. Para que retorne la democracia. A ver si se dan cuenta.

P.S.: Al momento de escribir esta columna me enteré de la muerte de Soledad Piqueras. Mis condolencias a Susana Villarán y a Manuel Piqueras por tan lamentable pérdida.

TOMADO DE LA REPÚBLICA 14/8/2016