Es bajito. Delgado. Tiene el pelo entrecano y sus ojos, protegidos por unos lentes, son como los de una ardilla. Un sombrero negro lo protege del sol. Lleva unos pantalones caqui, entubados, de dril, una camisa marrón y un polo oscuro debajo. Y no deja de sonreír a la cámara. No le molesta que lo importune con una fotografía en un pasadizo de sillar. Su nombre es Joe Sacco y es uno de los periodistas-dibujantes más importantes del planeta.


Sandro Mairata, quien toma las fotos con mi teléfono, lo hace moverse de un sitio a otro, y Sacco no parece incomodarse. Estamos en medio del Hay Festival de Arequipa, haciendo tiempo para un almuerzo en el hotel Casa Andina.


Sacco es un dibujante de Malta que vive en los Estados Unidos desde los 12 años (actualmente tiene 55). Para quienes no conocen su trabajo, se los cuento en corto. Sacco es un tipo muy talentoso y corajudo que coctelea el reporterismo y el cómic con el propósito de visibilizar a los olvidados de las guerras.


A través del formato de la novela gráfica, el menudo bocetista narra historias largas, en las que reconstruye matanzas de civiles, compila actos bélicos en Bosnia, en la franja de Gaza, y así. Nos habla de las condiciones de vida de las mujeres chechenas refugiadas en Ingusetia. En Irak, entre soldados americanos e iraquíes, se transforma en “reportero empotrado”, integrado en las fuerzas de combate, o sea. Y para describir la migración clandestina africana en Europa, decide ir a Malta, su país natal. También viaja a la India, a la región de Kushinagar, para detallar la extrema pobreza de los dalits o “intocables”, el escalón más bajo en el sistema de castas. Él mismo se convierte en un personaje de estos crudos y dramáticos relatos, como un testigo de la historia.


“Quería ser reportero”, explica Sacco en el Teatro Municipal de Arequipa, en una conversación con el peruano Jesús Cossío y Arturo Wallace. “Quería escribir, hablar con la gente, narrar historias. Volví al periodismo a través de las historietas”, añade.


Joe Sacco es partidario de las viñetas temáticas y extensas. Y sus trazos son como artefactos contundentes que golpean mejor que una crónica cargada de palabras. Su talante zen parece esconder su habilidad endemoniada para entintar la realidad de la guerra con sus lápices afilados. Su genial trabajo se dirige a desnudar la miseria humana.


“Unos lo ordenaron, otros lo cometieron, otros lo toleraron… y son todos culpables”, dice el abogado bosnio Salih Karabdic, quien sobrevivió al asedio de Sarajevo, en una de las viñetas de su libro gráfico Reportajes.


Luego de echarle un sorbo a su botella de Socosani, Sacco vuelve a intervenir. “Las historietas pueden llevar al lector a una cosa visceral (…) Las víctimas no siempre son ángeles. Yo estoy del lado de las víctimas y estoy con la causa palestina, pero hay muchos palestinos que no actúan como víctimas”.


El aforo del Teatro Municipal está al tope. Y el silencio del público es elocuente. “Cuando dibujas –anota el pequeño y modesto historietista–, logras que la gente vea la violencia. El dibujo es un filtro que permite ver la violencia”.


Sacco ve, en este sentido, al periodismo como un vehículo que le provee de historias. Y encuentra en la gente sus “fuentes documentales”. “Los historiadores están interesados en papeles, yo estoy interesado en hablar con la gente”, enfatiza.


De esta manera empezó para el arriba firmante esta segunda edición del Hay Festival, como una bocanada de aire fresco en medio de la chatura de la política local y sus Galarretas y sus Becerriles y sus Salgados y sus Chacones. Más de veinte mil personas disfrutaron esta celebración de la literatura y del pensamiento, en la que participaron más de cien invitados de quince países.


“Es una ocasión muy bella, tanto para los escritores como para el público. Usualmente donde hay mucho intelectual no hay alegría, pero el Hay Festival siempre está lleno de alegría y por eso me encanta venir. Cuando hablo con mis colegas escritores siempre les digo que vayan, que tienen que ir porque hay muchísimos festivales para el mundo pero muy pocos son divertidos y bellos”, expresó el novelista italiano Alessandro Baricco, una de las principales estrellas de este último Hay Arequipa.


Y es así. Lamentablemente este Hay Festival se fue muy rápido. Por suerte, existe el compromiso de reeditarlo el próximo año. Y nada. Ahí estaremos. Pues eso.


TOMADO DE LA REPÚBLICA, 18/12/2016