No sé si lo vieron. Me refiero al reportaje de Al-Jazeera, la influyente cadena de televisión. Créanme o no, estaba al tanto de que estaban preparando algo, pero no conocía ni el contenido ni la factura del informe televisivo. Simplemente, impactante, les cuento. Y acojonante, si me apuran.

 

Y uno que pensaba que ya había escuchado todo. Pero no. El Sodalitium es una veta espléndida para el periodismo de investigación. Perú: El Escándalo Sodalitium, titula la nota que firman los periodistas Seamus Mirodan y Daniel Yovera. Y en ella, un gran cóctel de hechos escandalosos con drones que se pasean por los aires capturando magníficas tomas, nos hablan de: invasiones de tierras, bandas de sicarios que atemorizan a quienes no quieren vender, proyectos multimillonarios que pertenecen a inmobiliarias que a su vez pertenecen a una Asociación Civil San Juan Bautista que a su vez pertenece al Sodalitium de Luis Fernando Figari, miembros de la policía que sostienen haber encontrado vouchers por 70 mil soles a nombre de la Asociación Civil San Juan Bautista girados a cabecillas de la banda la Gran Cruz del Norte, directivos de dicha entidad que reconocen dichos pagos y otros más “por el servicio de seguridad”, testimonios incriminatorios, obispos señalados que no quieren hablar con la prensa al ser abordados, y así en ese plan.

 

¡Qué fuerte! La inmobiliaria Miraflores Perú S.A.C. esgrime que se trata de hechos judicializados, de refritos, de calumnias. E incluso denuncian “el sesgo negativo de la investigación periodística”, como si las investigaciones periodísticas de denuncia pudiesen tener un “sesgo positivo”. Más todavía. Advierten que lo que existe es una cruzada ignominiosa. “Todo apunta a que se trata de un nuevo capítulo de la campaña de desprestigio emprendida contra el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) a raíz de sus problemas internos y finalmente contra la Iglesia Católica en el Perú”, remata su comunicado.

 

¡Por dios! ¿El destape de los abusos de poder lo consideran parte de una campaña de desprestigio contra la ‘pobrecita’ institución sodálite? ¿Los maltratos físicos y psicológicos y sexuales fueron inventados por gente que solo quiere hacerles daño? ¿Es decir que las autoridades sodálites son ahora las víctimas?¿”Problemas internos”, es su manera de definir el encubrimiento a Figari y a sus cómplices, que hasta hoy no han sido expulsados ni por los directivos del Sodalitium ni por los jerarcas de la iglesia? ¿Denunciar al Sodalicio es atacar a la iglesia católica en el Perú? ¡¿En serio?!

 

Por su parte, el arzobispo sodálite de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren Anselmi, en su estilo melodramático de siempre evacúa un comunicado de prensa en el que ofrece “sus más fervientes oraciones para que ninguna persona tenga que verse en una situación como en la que hoy se encuentra”, por lo que invoca a dios, “que es misericordioso pero también justo, para que prevalezca la verdad y la justicia”. Y claro. A los que tenemos memoria y no tenemos sangre de horchata nos hierven los leucocitos porque el monse asume, y lamentablemente con razón, que la mayoría ya olvidó los señalamientos gruesísimos que disparó José Enrique Escardó contra él por maltratos físicos y vejámenes psicológicos. De hecho, da la impresión asimismo de conocer muy bien el efectivo poder que ejerce sobre muchas mentalidades peruanas el hábito obispal. Pregúntenle, si no, a la fiscal María del Pilar Peralta, quien exoneró y sacó en un tris al arzobispo Eguren de la denuncia que presentamos cinco exsodálites contra Luis Fernando Figari y quienes resulten responsables de los delitos de asociación ilícita para delinquir, secuestro y lesiones graves. 

 

Dicho de otro modo: en lugar de dar la cara y responder, cuando lo emplazó Daniel Yovera, el obispo se hace el cojudo y apela al comunicado de prensa para decir que es una pobre víctima, un manso corderito al que los lobos quieren manducarse solo porque está gordito. O lo que es peor. Porque a Cristo lo encarna él, y ya saben, es de los buenos, y en el mundo prevalece la oscuridad. Dicho de otra manera: quiere apantallar con el poder de la sotana. Dicho en fácil: con la iglesia no se metan; Cipriani acaba de demostrar, por lo demás, que él es capaz de llamar a las dos personas más poderosas del país a su casa, y ambas le obedecen sin chistar.

 

Y es que ese es el problema del Perú. Conferirle a la iglesia un poder y una injerencia y una autoridad moral que adolece. Y mientras vivamos en ese espejismo, en ese cuento chino, o como se llame, pues qué quieren que les diga, vamos a seguir así, entornillados a la indolencia. Sin que nunca pase nada. Jodidos, o sea.

TOMADO DE LA REPÚBLICA, 25 DE DICIEMBRE DEL 2016