Payaso. Fantoche. Tonto útil. Incompetente. Escojancualquiera de estas palabras (o todas) y cuélguensela en el cuello a FortunatoPablo Ursey, y verán que el (los) adjetivo(s) lo definen. Y no me digan que no.Porque su participación en el Caso Sodalicio como visitador apostólico, “con elfin de verificar la autenticidad y el desarrollo real de los hechos”, desdeabril del 2015, fue una farsa.

 

Se advirtió desde un inicio, por cierto. Desde quedio una única entrevista a RPP, en la que anunció claramente que no iba a moverun dedo para esclarecer los señalamientos contra el fundador del Sodalicio,Luis Fernando Figari Rodrigo.

 

La vergonzosa y nauseabunda resolución vaticanasobre el Caso Sodalicio lo recuerda. Al obispo de Chota “se le confió la tareade verificar la autenticidad real de todas las acusaciones formuladas tantorecientes como en el pasado, al fundador de la citada Sociedad de VidaApostólica”.

 

Y claro. Si uno recibe un mandato así, asume quedebe investigar, averiguar, inquirir, indagar, fisgonear, rebuscar, olisquear,cuestionar, hurgar, sonsacar, y qué sé yo. Pero no. Fortunato Pablo Urcey ledijo nítidamente a Mariela Balbi, en primer lugar, que no pensaba reunirse conlas víctimas. Que no entrevistaría a Figari. Que solo conversaría con sodálitesen actividad. Que no leería la investigación periodística Mitad monjes, mitad soldados, porque no sentía la obligación dehacerlo y porque el autor (el arriba firmante, es decir) ya no era miembro delSodalicio. Tal cual.

 

Y dijo más, adivinarán. Que entendía su misión devisitador apostólico, como eso, como el de las chicas de Pantaleón. Que pasaríapor algunas de las comunidades sodálites, es decir, “para escuchar en unambiente de tranquilidad (…) en un ambiente de paz (…) en un lonchecito (…)para que (los sodálites) se manifiesten libremente”.

 

-       ¿Y quién va a investigar aFigari? –interrogó una sorprendida Mariela Balbi.

-       No lo sé –respondió elindolente prelado.

 

Y que conste en actas que no estoy exagerando.“Haremos todo lo posible por salvar el carisma”, añadió. Y esto lo enfatizó y repitiópara que no queden dudas de su rol de salvavidas. Para quienes no se hanformado en la cultura católica, les cuento: Carisma es la gracia o don otorgadopor dios, en su forma de Espíritu Santo, a algunos hombres especiales enbeneficio de la comunidad cristiana. Este habría sido recibido por santos comoFrancisco de Asís o Ignacio de Loyola, quienes habrían insuflado este carisma asus respectivas fundaciones.

 

Y aquí es cuando la cosa se pone un pelín peluda. Sise reconocen los crímenes de Figari, como ha descrito muy bien Rosa MaríaPalacios en su blog, “se está reconociendo implícitamente la falta de carismaen la fundación del Sodalicio. Y si no hubo ‘carisma’, la fundación es nula”.

 

Porque a ver. Hablando a calzón quitado y siguiendola lógica de la razón más elemental. Cuando Luis Fernando Figari crea elSodalitium es para perpetrar abusos sexuales y usar a la organización defachada, de pantalla, de tapadera. Así las cosas, citando nuevamente a RosaMaría, “ese acto de fundación tiene vicio de origen”.

 

Pero eso jamás lo vio el monseñor. Ni de asomo. Nide refilón. No se dio cuenta de lo sustantivo y, en consecuencia, cuando llególa fecha de término de su misión, el visitador escribió algo, una suerte dereporte, que jamás conoceremos porque la iglesia católica es así, secretista, ylo envió al dicasterio del cual depende el Sodalicio. La Congregación para losInstitutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, o sea. “Relaciónfinal”, bautizaron al documento del obispo. Y a base de ello, Vaticanodictaminó, con la anuencia del mismísimo papa Francisco.

 

El resultado ya lo conocen. Figari jamás fueexpulsado. Sigue siendo sodálite. Y encima gozará de una jubilación dorada,que, si me apuran, habría suscitado la envidia del mexicano Marcial Maciel ydel chileno Fernando Karadima.

 

En síntesis. Recordemos a Urcey, pues claramente esuno de los principales cómplices de este desaguisado que ha mostrado elverdadero rostro de la iglesia católica ante el cáncer de la pederastiareligiosa. El documento evacuado es la prueba escrita de que la “ToleranciaCero” de Francisco se trata de una estafa infame, de una patraña flagrante.