Total, en qué quedamos. Lo primero que dijo Galarreta, el vocero cantinflesco del fujimorismo, fue que no podían crear una Comisión Investigadora sobre el Caso Sodalicio porque si viesen casos de violaciones, tendrían que ver las violaciones de todo el país; que el Caso Sodalicio ya estaba “judicializado”, y el Congreso de la República no está para duplicar funciones ni puede sancionar, o algo así; que el Parlamento crea comisiones investigadoras solo si hay “funcionarios públicos” en la colada, cuando existen registradas decenas de casos que desmienten al contradictorio legislador.

Pero a ver. El Caso Sodalicio no era un tema de “violaciones”. La idea de la Comisión era investigar a una institución que, a lo largo de cuatro décadas, se constituyó como una fachada religiosa y católica en el seno de la sociedad peruana, y al interior de esta se diseñó un perverso sistema de abuso de poder, a través del cual se perpetraron violaciones sistemáticas a los derechos humanos de los jóvenes que integraron sus filas, pasando por ocurrencias de “esclavitud moderna”, y, en casos extremos, se cometieron abusos sexuales.

Entonces, no era un asunto de “violaciones” únicamente, como sostuvo el fujimorista Galarreta, sino uno de interés público, que obligaba al Parlamento, que tiene la capacidad de citar de grado o fuerza a los principales implicados, a emprender un serio trabajo de búsqueda de la verdad. Para que situaciones así no vuelvan a repetirse nunca más.

Y sobre aquello de abordar un tópico que ya había sido “judicializado”, pues habría que pedirle al incondicional congresista de Keiko que se informe un poquito más antes de opinar y regurgitar disparates. Si le hubiese pedido a su asesor un clipping sobre lo actuado por la fiscal María del Pilar Peralta Ramírez, habría concluido en el acto –como han hecho todos los que han seguido el caso– que el archivamiento del Caso Sodalicio se trató de un despropósito. Por el sesgo religioso y evidente de la funcionaria del ministerio público, por la forma en que mintió descaradamente al sostener que no asistieron víctimas sexuales de Figari a su despacho, por la manera en que adhirió sin chistar a los argumentos de los abogados del Sodalicio, por el talante hostil que tuvo frente a los peritos de parte, a las pruebas e indicios presentados, así como el rechazo a testigos clave. Porque la indolencia de la fiscal fue evidente y explícita desde el inicio.



Y ya que estamos acá. Fue raro, asimismo, que ningún político haya protestado ante el despilfarro de recursos de la fiscal Peralta, quien se “inventó” un viaje a Roma “para interrogar a Figari” (y, de paso, encontrarse con su hermana, una misionera comboniana), cuando pudo haberle tomado el testimonio al fundador del Sodalicio por Skype. Este privilegio, el de una “fiscal delivery”, no se le ha concedido ni al expresidente Toledo.

En cuanto a la versión antojadiza de que el Poder Legislativo solo investiga a funcionarios claramente se trató de una pastrulada más de Galarreta, quien luego de hacer la finta de una reconsideración del Caso Sodalicio, reapareció ofreciendo otro combo de demagogia, como para aquietar las aguas que Kenji agitó con un par de tuits. “Le vamos a pedir a la Defensoría que se haga cargo. Le vamos a pedir a la Comisión de Justicia y Derechos Humanos que forme un subgrupo para que supervise a la Defensoría. Y vamos a presentar un proyecto para que los abusos sexuales no prescriban (algo que el Estudio Ugaz ya le había alcanzado al legislador Alberto de Belaunde, y que grupos feministas vienen reclamando desde hace rato, pues la cosa se caía de madura)”, avisó Galarreta.

En síntesis, puro histrionismo para la platea. Y como si todo lo anterior no fuera poco, ahora vuelve al tema sugiriendo que, de formar una Comisión sería para ver TODOS los casos de abusos sexuales a menores. Lo que negó desde un inicio, es decir. Con el agravante de que está mezclando papas con camotes. No darse cuenta de que el Caso Sodalicio se trata de un fenómeno muchísimo más complejo que el de los abusos perpetrados por directores o profesores de colegios privados, es la expresión de la ignorancia más atrevida. Y la del congresista Galarreta, no solo es atrevida sino descarada, decidida y descocada.

Más honesto habría sido confesar que el fujimorismo no va a investigar al Sodalicio porque son aliados tácticos. Ambos hacen sinergia cuando se trata de marchar por la vida, contra el aborto, o a favor del odio contra los homosexuales y lesbianas, y así. Porque esa es la verdad de la milanesa. El fujimorismo y el Sodalicio se necesitan mutuamente. Y se complementan. Más bien sería una experiencia contra natura que el fujimorismo investigue rigurosamente los alcances de las atrocidades perpetradas al interior de esta nebulosa organización católica de características sectarias. Pues eso.

TOMADO DE LA REPÚBLICA, 19/3/2017