Peter Saunders nació y se crió en Wimbledon, al suroeste de Londres, y debe tener alrededor de sesenta años. Cuando fue pequeño, dos sacerdotes jesuitas abusaron sexualmente de él. “Y aun no he podido superar esto”, comentó el activista británico en una conferencia de prensa que ofreció en Lima, el día anterior a la visita del papa, que contó con el patrocinio de Promsex y La Mula, y que moderó de forma impecable la periodista Paola Ugaz.

 

“Como cristiano, no siento rencor por estas personas. Rezo por ellos, aunque probablemente ya estén muertos”, dijo. “Uno de los sacerdotes que abusó de mí, seis años antes lo había hecho con uno de mis hermanos. Mi hermano, como consecuencia de ello, abandonó la escuela y se dedicó a las drogas y al alcohol. Finalmente, esta adicción lo terminó matando. Entonces, de alguna manera las personas que abusaron de mi hermano, lo asesinaron”, relató en el hotel miraflorino donde Saunders y otros activistas extranjeros pertenecientes a la recientemente creada Ending Clerical Abuse (ECA), como los norteamericanos Anne Barrett-Doyle y Tim Law, la jamaiquina Denise Buchanan, el alemán Matthias Katsch, el mexicano Alberto Athié y la ecuatoriana Sara Oviedo, se reunieron para comentar la visita del papa a Chile y Perú.

 

Como consecuencia de esta traumática experiencia que lo marcó para siempre, y le produjo serios problemas de depresión y de autoestima, se percató que había otra gente como él, que había sido abusada sexualmente por clérigos católicos, y al mismo tiempo constató que no existía ninguna organización británica para apoyar a los adultos sobrevivientes de abuso infantil. Fue así como se le ocurrió crear NAPAC, la Asociación Nacional de personas Abusadas en la Infancia, que viene funcionando con mucho éxito en el Reino Unido desde hace veinte años.

 

La notoriedad y prestigio que adquirió en NAPAC hizo que, en el 2014, fuese invitado a Roma para conocer al papa, quien le propuso integrar la Comisión contra los Abusos a Menores que estaba instituyendo el Vaticano supuestamente para combatir la lacra de la pederastia clerical.

 

“En ese momento pensé: ‘¡Wow, algo está pasando!’; el papa actual quiere desmembrar este cáncer enquistado en la institución’”, expresó Saunders en la rueda de prensa atiborrada de periodistas extranjeros y locales. Pero esa sensación no duró mucho.

 

“Durante el tiempo que estuve en la Comisión me di cuenta de que nada estaba cambiando”, añadió. “Me enteré, por ejemplo, de que a un par de arzobispos, comprometidos en casos de encubrimientos, en vez de darles de baja o despedirlos, solamente se les transfirió a otra locación. Y cuando preguntaba sobre determinados casos, simplemente encogían los hombros”, acotó.

 

Saunders, adivinarán, no se quedó callado. Y mientras que la iglesia mantuvo el secretismo que le caracteriza, el activista londinense habló y opinó con absoluta independencia, hacia dentro y hacia fuera de la Comisión, algo que no le cayó nada bien al cardenal Sean O’Malley, Jefe de la Comisión Pontifica para la Protección de Menores.

 

En ese instante, Peter Saunders declaró para varios medios, entre ellos el Catholic Herald: “La Comisión no quiere ‘sobrevivientes enojados’, sino obedientes”. Poco antes de estas expresiones de Saunders, la irlandesa Marie Collins, también víctima y fundadora de dicha instancia vaticana, renunció a ella porque sintió que la estaban utilizando maliciosamente como parte de un operativo de limpieza de cara. O algo así.  

 

Pero volviendo a lo que dijo Saunders en Lima. Enfatizó que cualquier trabajo en esta materia no puede ser secreto. “El abuso persiste porque no hay transparencia. Sin embargo, la Iglesia Católica mantiene todo bajo cubierta, en una esquina oscura. A la Iglesia no le gusta la luz ni tener este tipo de conversaciones. (Hoy por hoy, esta institución) es la mayor empleadora de violadores y de abusadores infantiles de este planeta. Y es también la ‘lideresa del mercado’ en negar y encubrir actos ilícitos como los que comentamos. (En este sentido), la Iglesia se esperanza en que las víctimas se cansen de reclamar y se rindan”, advirtió.

 

Y antes de concluir, enfiló sus baterías hacia el papa Francisco. “El papa es brillante en materia de comunicaciones públicas, pero el papa debe asumir responsabilidades en este tópico, y no lo está haciendo. El papa es un gran orador, pero no ha hecho nada por cambiar las cosas ni por proteger a los menores de los abusos. Pedir perdón no es suficiente”, dijo.

 

Peter Saunders decidió renunciar a la Comisión Pontificia en diciembre del 2017, poco antes de venir al Perú, porque esta, según él, no iba a ningún lado.

TOMADO DE LA REPÚBLICA, 18/2/2018