La gente fotografía sus momentos felices. Como en este retrato que encabeza el post del autor de estas líneas. Los dos señores que aparecen en la foto son religiosos. El de la izquierda es un cura colombiano que ha trabajado como párroco y misionero, y el de la derecha, con una cruz visible en el pecho, es nada menos que el obispo de la diócesis de Jericó, Antioquía, Colombia. La cercanía física entre ambos denota cierta complicidad. Por lo menos es lo que aparenta. No sabemos quién disparó la máquina, eso sí. Probablemente haya sido un amigo de ellos. También piadoso como ellos. Y devoto, pío y profeso como ellos.
Por lo visto, acaban de terminar de almorzar. Se encuentran en una suerte de refectorio del instituto de vida consagrada al que pertenecen, y al fondo puede divisarse a la cocinera que les atendió. Coronando la escena, pegado a la pared y mirando hacia otro lado, aparece uno de los varios beatos y santos que posee la orden de ambos, la Congregación del Santísimo Redentor, que usa las siglas C.Ss.R., que, para más señas, son las iniciales de su nombre en latín: Congregatio Sanctissimi Redemptoris. Según el Anuario Pontificio 2017, esta fundación de fieles contó en el 2016 con 3,903 sacerdotes, 5,101 religiosos varones y 710 parroquias.
La Congregación fue fundada por Alfonso María de Ligorio, en el año 1732, en Scala, muy cerca de Nápoles, Italia. Y a sus integrantes se les conoce como redentoristas. Actualmente se estima que son 5,500 miembros que trabajan en 80 países. El superior general es el padre Michael Brehl C.Ss.R. El origen o carisma de los redentoristas se basa en procurar responder a las necesidades espirituales de los campesinos y colaborar denodadamente con la iglesia católica, bajo la inspiración de María, la madre de Jesús, en ganar el mundo para Cristo.
Y claro. Los redentoristas, como ustedes y como yo, también son humanos, y tienen debilidades terrenales o cometen incongruencias, incoherencias, inconsecuencias, o como quieran llamarles. No hay seres perfectos, es decir. Así, a veces, lo que los redentoristas escriben con la mano derecha, lo borran con la izquierda. O lo que afirman con los ojos, luego lo desmienten con su boca.
Para muestra, un botón. En el año 2014, diez de sus integrantes fueron acusados de abusar sexualmente de setenta seminaristas en un internado canadiense entre 1960 y 1987. La Congregación, obligada por la justicia, tuvo que pagar una reparación civil de diez millones de dólares a las víctimas.
Pero volviendo a la foto, que tiene el prodigio de escanear a las personas y, de paso, congelarlas en el tiempo, quería comentarles algunas cosas que están ahí, latentes, pero claro, no se ven a simple vista. Observen, si no, lo que me enteré a través de una fuente que siempre me ha brindado información potente y de primera mano.
Pues resulta que los señores del primer plano de la fotografía se llaman Leiner Castaño García, quien ha trabajado como misionero en C.Ss.R. y es teólogo y filósofo, además de conductor de un programa de radio en RCN denominado Notas Humanas y Divinas, y el de la derecha es Noel Antonio Londoño Buitrago C.Ss.R., quien, como ya les adelanté, es el obispo de Jericó, y algo no menos importante: Londoño es el comisario elegido por el papa Francisco para intervenir en el gobierno del Sodalicio creado por el peruano Luis Fernando Figari.
Sobre el primero, Leiner de Jesús Castaño, al parecer hay mucho de doble discurso y de fariseísmo en él, al estilo de las informaciones que aparecen cada cierto tiempo y tienen que ver con escándalos soterrados protagonizados por clérigos, denominados usualmente como “pecados” o “debilidades humanas”, y que desdibujan a muchos religiosos que predican como dogmas la represión de la carne, el celibato, y en ese plan, y que a la hora de la verdad, ellos son los primeros en incumplir.
Y aquí viene el dato que quería compartir con ustedes. Resulta que mi fuente es gay y, hace tiempo, fue contactado vía internet, a través de un chat de citas. De acuerdo a esta fuente, a quien llamaremos por el momento como Abel, Castaño García se le presentó como "José", propietario de una empresa de recursos humanos, donde él era el gerente. Su mensaje en el chat rezaba: “Hombre maduro busca joven”.
Cuando Abel tomó contacto conmigo, lo primero que hizo fue enviarme la foto en cuestión, pero sin contarme todavía estas revelaciones. Yo, lamentablemente, en ese instante estuve haciendo varios viajes cortos, y, en consecuencia, no podía detenerme a hablar con él. No obstante, Abel insistió en que debíamos conversar sobre ambos personajes. Finalmente, lo hicimos. Y ahí fue cuando me dijo: “Mira, el de la derecha, ya lo debes haber reconocido, es el comisario del Sodalicio, el de la izquierda es un sacerdote de su congregación. Bueno. Te quería contar que yo me comí a ese cura”.
Abel, quien se mostraba exaltado por el teléfono como consecuencia del descubrimiento, no se quedó corto con los detalles de los encuentros y el impacto que le produjo esta fotografía. “Una frase que me llamó mucho la atención la primera vez que nos encontramos fue: ‘Pensé que eras más jovencito’. Considerando que yo era bastante joven cuando tuvimos el primer encuentro sexual, presumo que el tipo de hombre que le gustan son más jovencitos todavía”. Y antes de culminar la comunicación telefónica, Abel precisó: “Ah, y no vayas a pensar que a mí me gustan los feos. El curita no era tan feo antes. Era menos feo”, añadió y nos reímos de su ocurrencia.
Pero a ver. El relato de Abel no hace sino corroborar una vez más la doble moral de muchos clérigos homosexuales o drogadictos o de los que participan en orgías, y así. Y no es menos importante o poca cosa lo que destapa Abel, porque si esta información ya la conocía monseñor Londoño, y no hizo nada, ¿qué hace un apañador de dobles vidas de comisario del Sodalicio?
Ahora bien. Supongamos que Londoño no sabía nada, y que recién se está enterando de la doble vida de su correligionario Leiner Castaño García por este post, ¿qué hace entonces un tipo tan distraído como Londoño, al que le pasan los elefantes frente a sus narices y no es capaz de verlos, como comisario del Sodalicio?
Algo más. Apenas se conoció el nombramiento de Londoño como comisario del Sodalicio de Vida Cristiana, el exsodálite Óscar Osterling se consiguió todas sus coordenadas y le escribió varios correos. El tercero o cuarto que le envió tiene como fecha el 22 de febrero del 2018. El día 23, Londoño recién le respondió: “Esta primera quincena de febrero ha sido muy complicada para mí. Una semana en Bogotá en la Conferencia Episcopal y una semana de reuniones zonales en la diócesis, vicaría por vicaría”.
A inicios de marzo, Osterling se entera de que Londoño estaba en el Perú, y vuelve a la carga. Le hace notar que él no es el único que le ha escrito. Que varios de los correos enviados pertenecen a víctimas del Sodalicio. Uno de los que se comunica con él, por ejemplo, es el exsodálite Renzo Orbegozo, a quien le responde en un tono bastante desubicado, por decir lo menos. Pero volviendo a Osterling. Este le pregunta si se va a reunir con las víctimas. Le enrostra su silencio administrativo y poco caritativo. Le dice que sigue esperando una respuesta.Y le comenta que él estará viajando a Medellín y que si no se pueden reunir en Lima, podrían hacerlo en Colombia.
Finalmente, monseñor Londoño responde algo menos etéreo. “Óscar, si miras el decreto de nombramiento como Comisario, verás que me indican que hable en primer lugar con cada uno de los miembros actuales. Y, además, me dicen que todo lo que tenga que ver con lo económico queda en manos del delegado especial para temporalidades, el Cardenal Tobin”.
Y la verdad, cuando uno lee el comunicado de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, del cual depende el Sodalitium Christianae Vitae, se desprende que, efectivamente, las cuestiones de índole económica son competencia del Delegado ad nutum, el cardenal Joseph William Tobin, quien, dicho sea de paso, es de la misma congregación que el obispo de Jericó, Noel Londoño. Sin embargo, el prelado colombiano es nombrado Comisario Apostólico del Sodalitium, que no es moco de pavo.
¿Ello qué significa? Que tiene el mandato, como encargado del papa, de informar sobre una situación en particular. Incluso juzgar y sentenciar. Más todavía. El propio superior general, Alessandro Moroni, lo explicó nítidamente en un mensaje para la familia sodálite: “Como Comisario Apostólico, Mons. Londoño podrá intervenir directamente en el gobierno de nuestra Sociedad, también en las cuestiones económicas y los demás asuntos de la marcha habitual del Sodalicio”. Es así de claro y de sencillo. Por eso es que no se entienden las absurdas justificaciones de Londoño para no hablar con las víctimas del Sodalitium.
Osterling, quien no tiene un pelo de tonto y no se guarda nada, le respondió con precisión el 7 de marzo:
“Estimado Monseñor,
Gracias por su respuesta, aunque debo expresarle que me extraña mucho.
1. No he leído el “decreto de nombramiento”. Si tuviera la amabilidad de enviármelo, le estaré muy agradecido (ya adivinarán, Londoño nunca se lo envió).
2. Lo que sí he leído es el comunicado de la oficina de prensa vaticana. En ese comunicado no se menciona lo que usted dice con respecto a ‘hablar en primer lugar con cada uno de los miembros actuales’.
3. En los cinco correos que le he enviado, en ninguno le hago mención directa al tema económico. No entiendo el sentido de su aclaración. Me resulta un poco ofensiva, poco caritativa y prejuiciosa.
4. El mismo Sodalicio que usted hoy dirige emitió un comunicado en el que menciona que ‘podrá intervenir también en las cuestiones económicas’. ¿Es un error? Valdría la pena aclararlo.
5. La institución que usted hoy dirige tiene muchísimas víctimas. De abuso sexual, de abuso de autoridad, de maltrato psicológico y maltrato físico. Más allá de lo que diga el decreto (que le pido me envíe), es deber de CARIDAD escuchar y atender a las víctimas, y es un escándalo no hacerlo.
6. Le escribo desde el aeropuerto, saliendo para Medellín. Creo que es la sexta vez que se lo estoy preguntando: ¿Cuándo es que me podrá escuchar?”.
Mucho antes de esto, en enero, el periodista Alonso Ramos, del semanario Hildebrandt en sus Trece, logró comunicarse con Londoño, en caliente, y este le dijo de entrada que el tema lo cogió por sorpresa y que no sabía cuál era el objetivo de la investigación. “Ciertamente es mi primera vez y tendré que aprender en el camino. Conozco el tema del Sodalicio desde hace tiempo. Eso tiene mucho intríngulis, como dicen. Se trata de separar el trigo de la cizaña”, le dijo a Ramos.
Y agregó: “Supongo que tendré que ir al Perú tres veces al año.Técnicamente haré visitas de ocho a quince días para hablar con personas concretas y temas específicos. Pero no voy a repetir lo que hizo una comisión internacional que habló con doscientas personas y elaboró un informe interno”.
Preguntado sobre el por qué de la sentencia emitida por el Vaticano sobre Luis Fernando Figari, dada a conocer en enero del 2017, y que, como he comentado varias veces, se trata de un dictamen infame que produce arcadas porque consagra la impunidad, Londoño replicó: “No tengo idea”.
Hace pocas semanas, en RCN de Colombia, el periodista Jorge Espinoza le entrevistó, en el marco de un informe sobre el Caso Sodalicio. Y ahí ya se intuía mejor por dónde se desarrollaría la “línea de trabajo” del pastor colocho. “La prensa exagera”. “Hay medias verdades que se han vuelto verdades”. “Los abusos sexuales son solo de un grupito muy pequeño que equivale al 0.5% de los miembros del Sodalicio”. “Hay mucho trigo y no falta la cizaña”. “El peligro de arrancar la cizaña es arrancar el trigo”. “Creo que hay de todo, pero la gran mayoría es gente buena y muy honesta”. “No creo que la solución sea echarle azadón a todo el mundo y acabar con todo”.
Bueno. Eso dijo. En declaraciones muy parecidas a las que en su momento brindó el obispo de Chota, Fortunato Pablo Urcey, quien fue el encargado de elaborar el insumo para la benigna “sentencia” que se le endilgó a Figari, todo hay que decirlo. Así las cosas, ya adivinarán lo que se viene. Más gatopardismo. Cambiar algunas cosas para que nada cambie. Al estilo del comisario Velasio de Paolis, quien intervino a los Legionarios de Cristo luego de la muerte del monstruo Marcial Maciel. Y si no saben lo que pasó con la Legión, se las cuento en cortito: De Paolis, junto a dos vicecomisarios, se tomaron casi cuatro años para concluir que Maciel actuó solo, que había que conservar las vocaciones, y obvio, había que blindar las propiedades y quedarse con el dinero. Los principales secuaces de Maciel salieron bien librados y siguen permaneciendo en la organización. Uno de ellos ya falleció.
Si me apuran, creo que lo mismo pasará con el Sodalicio, si sigue a cargo el comisario Noel Londoño Buitrago. A diferencia de lo que pasó en Chile con Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, dos interventores más profesionales, acá las cosas pueden salir al revés. Porque a ver. Las cosas como son. Una organización que fue creada para perpetrar crímenes de todo tipo, instalando una cultura de abuso de poder, usando como coartada el ropaje religioso, debería ser disuelta en el acto. ¿Por qué? Porque tiene vicios de origen, vicios que todavía se mantienen. Y una vez disuelta, se debería dejar en libertad a sus miembros para que, si quieren, funden otra cosa distinta y sana y nueva. Eso es lo que dicta el sentido común. Pero por lo visto, Londoño, el de la foto de arriba, parece pensar otra cosa.
Pues Londoño ya adelantó cuál será su propósito y su objetivo. Rescatar al Sodalicio. Hacer de bombero. Y claro. Insistir tozudamente en el cuento de que Figari, como Maciel, actuó solo. Sin cómplices ni compinches. Porque piensa ingenuamente que la manzana podrida ya fue separada del árbol, sin darse cuenta de que está tratando de salvar un árbol que no tiene raíces.