ACI Prensa vuelve a la carga. Y nuevamente haciendo de comparsa de su cofrade José Antonio Eguren, pues, para quienes no se enteraron todavía, el director de este órgano supuestamente informativo es el sodálite Alejandro Bermúdez Rosell, uno de los validos más representativos de Luis Fernando Figari.

 

En esta oportunidad, regresa como el loro de Eguren, carreteando y repitiendo su blablablá y hasta su blibliblí. Entonces menciona como “gran delito” la publicación de mi post denominado “El Juan Barros peruano”, escrito en este mismo blog luego de presenciar por la televisión algo inaudito: Eguren, miembro de un movimiento notoriamente controvertido, y hasta la fecha investigado (por la justicia civil, por el Congreso y por el propio Vaticano) ofreciendo un discurso de bienvenida al papa en Trujillo, como si nada hubiese ocurrido con el Sodalicio.

 

Forzadamente, Eguren y Bermúdez y su ACI Prensa quieren llevar la cosa a que en realidad lo que quise decir es que el purpurado sodálite era un “encubridor de los abusos sexuales de Figari”, cuando nunca me referí a abusos sexuales, sino a los abusos de poder perpetrados por el fundador del Sodalitium Christianae Vitae y quienes contribuyeron con él a instaurar una cultura totalitaria con fachada religiosa.

 

Es más. Cuando Eguren me envía su carta rectificatoria, la cual publico íntegra, explicito y enfatizo el sentido de lo que dije, que, al parecer, el arzobispo de Piura y Tumbes no comprendió ni un pelín de lo que redacté. “El asunto de fondo de mi nota –dije- fue poner en evidencia el desatino de la iglesia católica peruana para darle relieve a un miembro de una organización sumamente cuestionada, como es el Sodalicio de Vida Cristiana, durante la visita que hizo el papa Francisco a Trujillo, donde el discurso principal se entregó a José Antonio Eguren, uno de los miembros de la ‘generación fundacional’, de los sodálites más conspicuos de dicho movimiento, quien habría participado en incidentes de maltrato psicológico a subordinados de esta institución que aun sigue siendo investigada. Por eso es que hice el símil entre el obispo chileno Juan Barros y José Antonio Eguren”. 

 

Porque a ver. ¿José Antonio Eguren no fue parte de la promoción setentera del Sodalitium, la misma en la que se apoyó Figari para darle forma a esta asociación fundamentalista? ¿No fue con este grupo fundacional que se diseñó la arquitectura del Sodalicio? ¿Está diciendo el clérigo que nunca existió una ‘cultura de abuso de poder’? ¿No ocupó Eguren Anselmi cargos y funciones en esta organización autoritaria? ¿Eguren nunca vio ningún maltrato físico o psicológico? ¿Jamás presenció nada violento que llamase su atención? ¿No se enteró, por ejemplo, de los abusos sexuales de Virgilio Levaggi, hacia finales de los ochentas? Cuando se enterró y se invisibilizó este escándalo, ¿Eguren no era parte de la cúpula del poder sodálite? ¿No participaba entonces en las Asambleas, que, todo hay que decirlo, encarnaban el gobierno del Sodalitium? ¿No era él uno de los que tomaba los exámenes de los “probandos”, el segundo escalafón en la pirámide sodálite; y no participaban en esas evaluaciones únicamente los jerarcas de la institución, representando a Figari y al Sodalicio? ¿Los relatos de maltratos de José Enrique Escardó y Martín Scheuch son falsos? ¿No es verdad de que luego de publicados los testimonios de Escardó en la revista Gente, en el 2000, fue el mismísimo Eguren quien convocó a un grupo de sodálites para que negaran en todos los tonos y en todos los ámbitos lo escrito por Escardó, a quien encima trató de “loco”, y todo esto apelando al prurito de la “obediencia”?

 

El exsodálite Gerardo Barreto acaba de publicar en su muro de Facebook, añadiendo más info al último contundente texto de Martín Scheuch, lo siguiente:

 

“La reunión fue en el centro Pastoral de San Borja, no en la Parroquia. Y lo sé porque yo fui uno de los que estuvo allí.

Esa fue una reunión donde se nos mintió. ("Todo lo que escribe Escardó es falso") y se nos instruyó a mentir ("y eso es lo que todos debemos de decir").

Recuerdo claramente la sensación de asco que me dio esto; sin embargo en el esquema 'soda' decidí racionalizar y darle el beneficio de la duda al “Cura Gordo” como le llamábamos en esa época.

Yo tenía claro que lo que decía José Enrique Escardó era cierto! Fuera de contexto y narrado con mala intención, PERO CIERTO.

En esos día fue a Lima un amigo ex sodalite y le enseñé los escritos antes mencionados. Él se mató de risa (pues su fortaleza le ayudó a salir ileso de su experiencia 'soda' y San Bartolo fue casi una diversión para él), y me comentaba riéndose que la grada 17 fue su cama por meses... Que hasta le agarró cariño a esa grada. .. Lo cual de alguna manera abona a mi comentario de que todo lo que escribía Escardó era cierto. Y que la reacción oficial del scv fue la de la mentira”.



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ACI Prensa (Bermúdez, o sea) me achaca también algo que no es cierto. Que “acuso a Mons. Eguren de traficar tierras en la ciudad de Piura”. Las veces que me he referido al tópico siempre ha sido en los términos siguientes: “Eguren es señalado en diversos reportajes de investigación como presuntamente implicado en casos de tráficos de terrenos en la ciudad de Piura, y vinculado a la organización criminal La Gran Cruz”. Y las veces que lo he hecho, siempre en condicional, he aludido a investigaciones periodísticas solventes, como la elaborada por la cadena Al Jazeera o como la que contiene el libro El Origen de la Hidra (Aguilar, 2017), de Charlie Becerra.

 

Por cierto, este par de citas son las que he mencionado públicamente en dicho post, pero las referencias que vinculan a Eguren con estos picantes asuntos son más. Y van desde trípticos publicados hacia el 2013, como notas periodísticas publicadas en medios piuranos como El Tiempo y La Hora. “EXIGEN DEVOLUCIÓN DE TIERRAS A IGLESIA”, reza, por ejemplo, un titular de uno de los recortes que tengo acá, al lado de mi computadora.

 

“Con bulliciosa protesta, socios de la Asociación Agropecuaria Mártires de Uchuraccay, Quebrada del Gallo, posesionarios de los predios Miraflores G y Río Seco, entre otros, realizaron ayer un plantón en los exteriores de la sede del Arzobispado de Piura para demandar a Monseñor José Antonio Eguren Anselmi ‘les devuelvan sus tierras’ al alegar que la Asociación San Juan Bautista que pertenece a la Iglesia, específicamente a la Comunidad Católica de los Sodalicios y a la cual pertenece’, los ha despojado de sus tierras para beneficiar dos proyectos inmobiliarios en el sector Miraflores, pese a que la posesión la tienen desde el año 92”, apunta el primer párrafo del recorte periodístico del 23 de abril del 2013 que precede a diversos testimonios de supuestos afectados.

 

Como verán. La historia no me la he inventado. Pero claro. En la visión literalista y leguleya de Eguren y de su abogado Percy García Cavero, vinculado a la familia del Opus Dei, quien opera en el norte representando los intereses del Estudio Rebaza así como de las empresas del Sodalicio y las causas del arzobispo de Piura, no debería mencionar ni siquiera de refilón aquellas fuentes pues “no ha existido, ni existe en Piura, investigación alguna por tráfico de tierras en su contra”. Ergo, si no hay nada judicializado en trámite, cualquier pesquisa periodística que alerte sobre el caso no sería relevante ni debería ser tomada en cuenta, y menos citarse en un texto de opinión. ¡¡¡¿Me están hablando en serio?!!!

 

Es que el raciocinio de Eguren, Bermúdez y García Cavero es de locos. De verdad. Porque no me digan que no es lisérgico lo siguiente: Mi empresa consultora en comunicaciones asesoró durante el mes de enero de este año al Ministerio Público, en plena efervescencia del Caso Lava Jato, con el propósito de ayudarle a informar sobre las acciones que estaba emprendiendo el staff de la Fiscalía en esas agitadas semanas. 


Obviamente la institución estatal estaba rebalsada, sobrepasada, atiborrada, y requería de urgente apoyo externo para coordinar y articular una serie de actividades informativas, totalmente públicas, abiertas y plurales, las cuales están enumeradas y puntualizadas, dicho sea de paso, en el portal de Transparencia. Un mes, repito, duró la chamba. Un mes. Y la consultoría no fue al fiscal Pablo Sánchez, como se ha dicho torciendo la verdad, sino a la institución. Más todavía. La voz cantante en la mayoría de actividades la llevó el fiscal Rafael Vela, y no Sánchez. Pero fíjense como son. Bermúdez interpreta, basándose en la hipótesis de un periodista irrelevante, excorresponsal de la Secta Moon en el Perú (la que, si no me equivoco, desprecia Bermúdez), quien desliza que esa es la razón que explicaría por qué el Caso Sodalicio mantiene vigencia en el ámbito judicial. ¿Pueden creerlo? Cada vez que trato de escribir esto, a mi teclado le entra un ataque de risa, pues tal disparate alucinógeno solo puede ser escupido por esa caricatura de medio periodístico conocida como ACI Prensa. Pero nada. Lo peor es que estoy seguro de que ellos sí se creen el cuento, así como se tragan cualquiera de sus dogmas de fe. Porque así de formateados, y enfermos, parecen estar.

 

Finalmente, ACI Prensa, como quien adopta un gesto torero antes de la estocada, y enarcando las cejas, de súbito se escandaliza, como si se tratase de una revelación herética, o algo así, de la asesoría que le brindé, a título personal, a Alan Azizollahoff, durante casi un par de años. Con Azizollahoff, un destacado empresario casinero, mi empresa consultora trabajó durante un buen tiempo en el pasado cuando formaba parte de la Sociedad Nacional de Juegos de Azar, adscrita a Confiep. Ahí lo conocí. Fue, si me apuran, una de las poquísimas personas que, en su momento, se enfrentó al controvertido político Jorge Mufarech a propósito de una iniciativa legal que afectaba a miles de trabajadores de casinos de todo el país. Todo esto debió haber ocurrido hacia finales de los noventas.

 

Cuando sucedió la lamentable y terrible tragedia de la discoteca Utopía, en el 2002, me enteré de que Alan era uno de los inversionistas principales, junto a Fahed Mitre (a quien inexplicablemente nunca se menciona en esta trágica historia) y Edgar Paz. Curiosamente, y acto seguido, su enemigo político abrió una comisión investigadora en el Congreso y el abogado de este apareció representando a los familiares de las víctimas. Infeliz coincidencia para Azizollahoff. Lo que nunca dejó de sorprenderme es que nunca lo vi defenderse a él, personalmente. Asumí que se debía a su pésimo manejo del castellano, pues Azizollahoff es sudafricano y de origen israelí. Y, al parecer, dejó todo en manos de sus abogados de entonces.

 

Como sea. Recién volví a saber de él hace pocos años, cuando me contactó para que le ayudara. Simplemente quería que su versión de los hechos, su versión de parte, si no quedó claro, fuese conocida por los medios y por los periodistas. Y en eso consistió la labor que realicé con Azizollahoff en dicha oportunidad, y a título personal. En traducir al cristiano los informes técnicos de sus asesores legales y concertar reuniones con hombres y mujeres de prensa junto al abogado de Alan Azizollahoff  para que considerasen su posición al momento de abordar el tópico. Punto.

 

Pero claro. ACI Prensa, con evidente mala entraña, me confronta con los padres de las víctimas de Utopía. Y casi, casi me pinta como un asesino, o alguien que tomó partido a favor de Azizollahoff, cuando jamás he escrito ni opinado sobre el tema en ningún medio de comunicación. Eso sí. Extrañamente omite el importante dato -quiero creer que se debió a que no lo conocía- de que nada menos que Percy García Cavero, el abogado del obispísimo José Antonio Eguren, fue quien elaboró un extenso y exhaustivo y acucioso informe sobre el Caso Azizollahoff.   

 

Y en este decía que “imputar la muerte y lesiones a Alan Azizollahoff Gate significaría (…) infringir el principio de legalidad”. No solo dice eso. Añade que “el control de si el funcionamiento de la Discoteca Utopía reunía las condiciones de seguridad o si el espectáculo ofrecido en la discoteca no ponía en peligro a los asistentes, era una competencia que no cabe imputar al miembro del directorio Alan Azizollahoff Gate”.

 

Y antes de concluir expresó que “una imputación de responsabilidad penal por omisión pura del garante (léase, Azizollahoff) requeriría primeramente demostrar el conocimiento de la situación de peligro, lo cual no resulta posible precisamente porque Alan Azizollahoff en ningún momento asumió funciones de gestión en la empresa, lo cual se encuentra confirmado”. Tal cual. 

 

No me toca a mí señalar si García Cavero tiene razón o no en este caso. Sí me provoca decir: Qué tal concha. Si yo asesoro a Alan Azizollahoff para que su versión sea escuchada, está mal. Pero si el abogado del obispo Eguren, el mismo que está empeñado en encerrarme tres años en una prisión piurana y que le pague al prelado sodálite 200 mil soles, elabora un sofisticado informe que le da toda la razón a Azizollahoff, eso sí está bien. Si Alan Azizollahoff tiene cuentas pendientes con la justicia, tendrá que responder por ellas. Pero que no me vengan a aplicar el doble rasero estos fariseos de ACI Prensa que ya tienen trayectoria, por no decir prontuario, en materia de notas agraviantes y alacranescas.

 

Pregúntenle, si no, al sacerdote liberacionista Gustavo Gutiérrez, uno de los que más injurias y notas insidiosas, ofensivas e insolventes ha recibido a lo largo de décadas. O pregúntenle, si no, a los directivos de Promsex, a quienes en reiteradas oportunidades también llamó homicidas y corruptos. “Promotores del desmembramiento de niños”, regurgitó ACI el 7 de agosto del 2015. Recibieron 3 millones de dólares de Planned Parenthood “para promover el aborto en Perú”, chilló el 23 de julio del 2015. Y por ahí berreó que la onegé formaba parte de un “lobby del aborto en Perú” el 7 de agosto del 2015. Hasta “corsarias del aborto” les espetó despectivamente a las dirigentes de Promsex.

 

El pasado 19 de junio, para que tengan una idea, se dictó una decisión judicial para que ACI Prensa y Carlos Polo Samaniego (uno de los hueleguisos incondicionales de Bermúdez de toda la vida) dejen de “difundir información falsa sobre el accionar de organizaciones defensoras de los derechos humanos como Promsex”.

 

Adicionalmente, la autoridad judicial exhorta a ACI Prensa a que se abstenga de realizar nuevas publicaciones que afecten los derechos al honor y la buena reputación. Algo que, por cierto, me achacan a mí, con ridículos fundamentos, pero que ACI practica con toda la frescura del mundo como parte de "su estilo de informar". No solo se les pide un mínimo de integridad, si me apuran. También se le exige a Bermúdez Rosell que se rectifique y que se disculpe.

 

Pero qué creen. Bermúdez y su pasquín digital siguen haciendo de las suyas. Ahora se están yendo encima de Paola Ugaz en Twitter. La agreden por nada, adivinarán. Solo porque la detestan. Porque fue una de las periodistas que reveló las cochinadas del Sodalicio, la institución a la que pertenece Bermúdez. Por eso. Porque eso es, en los hechos, esa cosa llamada ACI Prensa. Un estercolero. Una fábrica de fake news. Una coartada para contrabandear mentiras. La cual es dirigida por un fanático arrogante y patán disfrazado de periodista, que hace pasar sus opiniones arbitrarias como informaciones. 


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Post Scriptum: Al colgar este post en mi muro de Facebook, Patricia Murguía, hermana del exsodálite Daniel Murguía, uno de los sodálites más cercanos a Luis Fernando y que fue encarcelado en el año 1997 (los detalles se relatan en Mitad monjes, mitad soldados), escribió: "Nada me sorprende. Cuando lo cogieron a Daniel, yo vivía en Denver y no pasó mucho tiempo que gente del Sodalicio me localizó (lo hicieron a través de un amigo que en ese entonces residía en Brasil; es decir, se tomaron el trabajo de buscarme). Quien llegó a Denver fue Alejandro Bermúdez, acompañado de otros sodálites. Me citaron en La Panera. Durante la conversación, Alejandro me dijo: 'Si Daniel habla, nosotros nos defenderemos'. La amenaza no pasó desapercibida. Claramente el único interés de esta secta era -y sigue siendo- mantener la imagen a toda costa. Y van a tratar de callar a la gente a base de amenazas, insultos, y quién sabe si no usan el chantaje también". ¿Qué es lo que sabe Daniel Murguía y aterra a emblemáticos hijos de Figari como Alejandro Bermúdez? Cuando la policía arrestó a Murguía en Lima, en el 2007, este venía de la comunidad sodálite de Santiago de Chile, donde el superior era Alessandro Moroni: ¿Qué pasó entonces con la computadora de Daniel Murguía? ¿Es cierto que se eliminó la información que contenía dicho ordenador? ¿Qué tipo de información almacenaba ahí? Si esto fuese cierto, de que algo no muy santo se escondía en ese disco duro, ¿quiénes participaron en borrar las evidencias que ahí habían? Hago estas preguntas porque por lo menos dos exsodálites que vivieron en Chile en esa época me han comentado sobre el extraño comportamiento de los superiores y las disparatadas órdenes en torno a la computadora de Murguía. Nuevamente: ¿Qué cosas sabe Murguía que podrían mancillar aun más -si se puede- el nombre del Sodalicio?