Me he ganado el odio y la animadversión y la malquerencia de mis exhermanos en Cristo y María. Me refiero a los sodálites. Y me lo he ganado a pulso. Con tesón. Con fijeza. Y hasta con ahínco. Pero bueno. Es que ellos también son un tanto tozudos e intransigentes y soberbios y fanáticos y cabezotas, déjenme añadir. Ergo, se demoran mucho en aceptar las críticas. Y las verdades sobre su organización. O simplemente hacen la finta de que sí las escuchan, pero no las admiten. O vuelven rápido a las andadas, que esa es otra.

 

La historia viene a cuento porque veo que algunos de los que tenía como “amigos” en mi Facebook, ya no lo son. Se descolgaron de mi muro, al cual, todo hay que decirlo, se acercaron con curiosidad voraz y morbosa. O como fisgones. O qué sé yo.

 

Hace poco me encontré con uno de ellos. Antiguamente, cuando algo así ocurría, cuando me topaba con un talibanizado sodálite en la calle o en un restaurante, es decir, estos cruzaban de acera o abandonaban la mesa en la que estaban sentados. No me lo estoy inventando. Me ha pasado no pocas veces, les cuento.

 

 

Como sea. En esta ocasión, resultaba claro que mi examigo sodálite quería evitar el saludo, rehuir el cruce conmigo, sortear el contacto visual, ahorrarse el reencuentro. Pobre. No lo culpo. Pero cómo son las cosas. Hasta hace poco nomás, se atrevía a comunicarse conmigo por el inbox del Facebook, comenzando el 2016. Figúrense.

 

-Gracias por no tenerme miedo, Rafael –le dije, cuando descubrí que lo tenía de amigo en el FB junto a treinta más, muchos de ellos “satélites” de la familia sodálite.

-Jaja. Hay cosas que valoro de tu trabajo –me respondió él a manera de piropo.

-Qué bueno. Creo que no todos piensan así.

-Siempre hay puntos de vista diferentes, pero hay situaciones que debemos enfrentar y duelen. Es curioso, pero ayer vi Spotlight y me ha hecho pensar mucho.

-Qué buena, ¿no?

-Muy buena. Respetuosa por el dolor de las víctimas. Bueno, hablamos. Cuídate.

-Te mando un fuerte abrazo.

 

Y Rafael me puso una manito con el pulgar levantado y nos despedimos. Eso ocurrió exactamente el 10 de marzo del 2016. Pero el 8 de mayo, algo pasó. En realidad pasaron varias cosas. Muchos textos corrieron bajo el puente. Tanto en La República como en La Mula. ¿Por qué es difícil creerle al Sodalicio? Morir para resucitar. Las mentiras de Moroni. Jeffery Daniels y sus encubridores. Aquí se lavan cerebros. Y en ese plan.

 

-Pedro, ¿hasta cuándo? ¿Y qué buscas? –me increpó Rafael de súbito.

-Hasta que vea cambios reales y se haga justicia –repliqué.

-Tú has mencionado “disolución” a manera de punto final.

-Sí, pero eso no va a ocurrir, presumo. La intervención en el caso de los Legionarios me parece un pésimo precedente. Porque no pasó nada al final. Porque según (Velasio) De Paolis (el comisario designado por el papa) resulta que (Marcial) Maciel actuó solo. Una burla, ¿no te parece?

-Entonces, ¿cambios reales o disolución? No te entiendo.

-Rafael, no es muy complicado de entender. Si el Sodalitium ha mantenido durante poco más de cuarenta años un sistema o un diseño o un esquema corrupto, eso no lo cambias con reformas cosméticas, sino con cambios radicales. Como la disolución o liquidación de la institución, por ejemplo. ¿Qué significa eso? Vendes todo. Reparas a las víctimas. Y recién ahí empiezas de nuevo. Eso es, desde mi pequeño punto de vista, lo que creo que deberían hacer. Ahora, no soy nadie al final para decir qué tienen que hacer. Pero a lo que voy es que el tema no acaba con la separación de Figari. Empieza con ello. ¿O me vas a decir que Jaime Baertl no ha sido uno de los grandes cómplices para que todo este cascarón, que lleva impreso el ADN de Figari, se mantenga? ¿No ha sido él –junto con Ambrozic y Garland y otros- encubridores de varios abusadores sexuales? ¿No ha sido Baertl un apañador sin complejos de los maltratos físicos y psicológicos? ¿No existe hoy por hoy una escopeta de dos cañones en el Sodalicio? Para afuera, 'videomensajes' con musiquita zen pidiendo “perdón”, “ya nos dimos cuenta”, y las víctimas ahí, expectando el show sin que nadie se les acerque, porque eso es lo que está pasando. Y en paralelo, lo tienes a Baertl moviéndose por aquí y por allá, procurando que no se vean afectados los negocios (que es lo más importante para él en esta triste historia). Y de paso, echando infundios sobre mí. Como, por ejemplo, que he sido víctima sexual de Levaggi. A-lu-ci-na. Y permíteme acá una sonrisa, porque si eso fuese cierto, ¿no crees que ya lo habría escrito y denunciado en los medios o lo habría dicho ante la Comisión? Ese es tu presente, mi querido Rafael. No obstante, estoy convencido de que hay gente valiosa que rescatar. Pero claro. También tienes gente de mierda de la que te tienes que deshacer. Y eso no te lo soluciona un Comisario Pontificio. Nuevamente, mira lo que pasó con los Legionarios. En fin. Les deseo la mejor de las suertes para que tomen las decisiones correctas, y no les ocurra lo que a los Legionarios, quienes por no hacer las cosas bien, a los pocos años les salieron treinta y cinco pederastas más, porque no tuvieron los cojones de expulsarlos en su momento. Abrazo,

-Querido Pedro, gracias por tu respuesta y sinceridad. Yo creo –y es lo que veo- que hay cosas que se vienen cambiando hace mucho tiempo. Es difícil verlo si no estás dentro. Van a durar un buen tiempo. Y sí se están dando. Eso no sigue la lógica ni el tiempo mediático que siempre es cortoplacista y “escandaloso”. Se conjugan más factores que, creo con sinceridad, no lo estás viendo. Y no es nada despectivo lo que digo. Curiosamente tus opiniones son –casi siempre- negro o blanco. La realidad es más compleja. Ah, y por favor no me cites en tus artículos ya que quebrarías el diálogo que no quiero romper.

-No te preocupes por lo último. Pero sí. Tu visión y la mía son clarísimamente distintas. Solo considera que lo que se desprende de la investigación que hicimos con Paola Ugaz -y todavía mantenemos en las páginas de La República- fue validado en todos sus extremos por la Comisión que convocó el mismo Sodalitium, y frente a la cual, ojo, me mostré sumamente escéptico. Y sus recomendaciones finales, las comparto íntegramente. Las suscribo al punto que me sorprende enormemente la coincidencia en la aproximación al tema. Mi línea de pensamiento sobre lo que debe ocurrir con el Sodalitium va por ahí. Pero te repito. Mi opinión es la de un observador externo. Quienes van a tomar las decisiones son ustedes. Y sobre esto último, me queda claro que por las víctimas no están haciendo un carajo. Y sorry por el francés, pero cuando te tiras cinco años de tu vida, sacrificando cosas demasiado importantes, para tratar de ayudar a estas personas, muchas de ellas incapaces de reinsertarse en el mundo laboral, y ves que, luego de todo lo revelado, el Sodalitium no les hace ni puto caso, es algo que me rebela y me indigna demasiado. Bueno. Así es como veo el tema, mi querido Falelo. Te mando un fuerte abrazo,

-Como diría el Papa Francisco: “Hay que tender puentes”. Otro abrazo y cuídate.

-No es hora de “citas” (papables), sino de acciones. No puede ser que otras personas se organicen y emprendan cadenas solidarias para ayudar a esta gente mientras que el Sodalitium solo saca videítos… Esa es una de las tantas cosas que me alucinan. Pero bueno. Hay que ir a chambear. Que tengas un buen día.

 

 

Y la última noticia de Rafael de la Piedra fue otra manito azul con el pulgar alzado. Y más tarde se descolgó de mi lista de amigos. Y luego, hace muy poco, ocurrió el momento tenso en el que ambos nos cruzamos a escasos metros de la pastelería San Antonio, sobre la avenida Angamos Oeste. Por eso es que, al ya no haber diálogo entre ambos, me animé a publicar esta conversación. Porque a ver. No solo es que ya no exista diálogo entre Rafael y yo, sino que el Sodalicio quiere tomar represalias contra mí. A través del arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren. A través del estercolero denominado ACI Prensa, que dirige el sodálite Alejandro Bermúdez. Y a través de las canalladas en las que está participando la propia cúpula sodálite contra exsodálites y víctimas como Martín Scheuch, a quien, hasta el día de hoy, no reconocen como tal, pese a todos los indicios y testimonios existentes. Y todo esto a vista y paciencia del complaciente comisario colombiano Noel Antonio Londoño Buitrago. 

 

¿Te das cuenta, Rafael, a lo que me refiero? “¿Hasta cuándo?”, me preguntas encima. Y mira lo que viene pasando hasta la fecha, luego de dos años de nuestro intercambio de opiniones. El mismo desprecio hacia las víctimas y el contraataque y campañitas de descrédito contra el mensajero. Y es que, si me apuras, da la impresión de que pedirles que hagan lo correcto es como pedirles que se besen el codo. O algo así. Digo.